Hace unos días veía atónita en los medios de comunicación, como una chica joven que participaba en un tik tok con tres adolescentes más, era golpeada por su pareja en directo.
Posteriormente como suele ocurrir, después de quedarse helada, reírse de forma nerviosa y llorar, justificó a su pareja afirmando que estaba planeado para tener fama, hecho que nadie creyó cuando fueron a denunciar el supuesto acoso que estaban sufriendo en las redes por lo ocurrido.
Al parecer, el “supuesto” agresor será juzgado en el Juzgado de lo Penal número 1 de Soria el próximo día 21 del presente mes. Habrá que ver en qué queda…
Pues bien, ahora cabe preguntarse ¿Hasta dónde y hasta cuándo vamos a seguir soportando las mujeres esta lacra social que es el maltrato?
Desde las instituciones está claro que “algo no se está haciendo bien”. No me hablen de si ha aumentado o no el numero de víctimas, si en esta comunidad o en aquella otra ha bajado y nos sentimos orgullos ¿orgullosos de qué?
Se critica todo lo que suene a “género” amparándose en frases vacías que solo hacen ruido, en un feminismo de despropósitos que nada tiene que ver con la verdadera esencia del feminismo y que desafortunadamente invisibilizan una labor de años de trabajo en pro de la dignidad de las mujeres. Como ustedes saben, gracias a las políticas de igualdad las mujeres víctimas de violencia de género tienen derecho a una asistencia social integra, a la asistencia jurídica gratuita, derechos en materia de seguridad, de empleo y para la inserción laboral, a la escolarización inmediata, derecho a la protección internacional y un largo etc. Para ellas y sus hijos menores y que ahora algunos ignorantes quieren borrar de un soplido, y no entraré a dar datos, porque cada mujer es mucho más que un número en las estadísticas.
¿Pero, dónde está el germen de la violencia machista?
La socióloga española Carmen Ruiz Repullo afirma que “el germen está en los mitos románticos”, dice que “la dependencia emocional es una cuestión sin resolver”, entre otras afirmaciones. Y es cierto, afirma que «no nos han enseñado a amar con mayúsculas, a ver en el amor un espacio de igualdad y libertad».
Pero es que además, arrastramos una pésima educación y esto hace que estemos normalizando y aceptando comportamientos que hacen que nos llevemos las manos a la cabeza y que nos cuestionemos ¿Qué se está haciendo mal?
Surgió hace unos días una polémica sobre un tuit que colgó el candidato a la alcaldía de Azuqueca de henares por el PP donde se leía refiriéndose a la secretaria de Estado de igualdad “Puestos a reírnos, puedes estar tranquila, no creo que tengas ese problema del que te mofas, ni un violador te toca” Haciendo alusión a su imagen física, y utilizando muy desafortunadamente una frase brutal por la que sin duda debería haber dimitido, pero los tuit no quedaron aquí, en una moción de reprobación que presentaron PSOE e IU leyeron los siguientes tuits publicados por el mismo señor: “las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas”
otro: “¿Para ascender en el PSOE hay que ser tan pelota y ridícula? Las rodilleras. Y ahora si queréis me llamáis machista”
No solo atenta contra esa mujer, sino contra todas las que día a día trabajan duro para labrase un mejor futuro o sacar a sus familias adelante. Más perlas…dirigiéndose a Carmen Calvo : “Esta vividora lleva sin poner una lavadora 40 años que lleva en política” ya saben… la mujer en casa y con la pata quebrá “Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre” y añade: “la historia de España, la de verdad” ¿enserio? ¿la de verdad? Por cierto esa frase la dijo Aixa, madre de Boabdil cuando éste rindió Granada. Parece ser que el señor candidato se ha quedado en aquella época, porque a día de hoy seguimos aguantando frases como “Llora como una nenaza” ó “llorar es de niñas” etc. Frases que sin duda perpetuán las desigualdades.
Entiendo que los partidos democráticos deberían ser los primeros en dar ejemplo y recriminar privada y públicamente a sus representantes este tipo de comentarios, apartando de la esfera pública a quien ni siquiera tiene la suficiente altura de miras políticas como para reconocer sus errores y aprender de ellos.
Lamentable de todo punto vista y mientras, siguen poniéndose de perfil y haciéndole la ola, pues sigan así, y quizás encuentren el germen del que estamos hablando.
Queda claro que para determinados cargos políticos no es muy significativa la humillación hacia las mujeres, ni relevante que se atente contra nosotras, denigrándonos, insultándonos, e insinuando que si ascendemos es gracias a las rodilleras… patético sin duda, pero juzguen ustedes mismos.
Aure Hormaechea, concejal no adscrita en el Ayuntamiento de Azuqueca de Henares
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