Llevo días pensando, si será acertado o no lanzar a la opinión pública un tema tan personal como es la de estar a la espera de una intervención quirúrgica en el Hospital de Guadalajara. Finalmente, he llegado a la conclusión de que es importante compartirlo, ya que lo he vivido en primera persona. Y lo hago, sobre todo, por esas personas que padecen la misma situación que yo.
Desde el Partido Popular llevamos prácticamente toda la legislatura solicitando por activa y por pasiva al Sr Emiliano García Page, y a sus amigos de Podemos, que hagan lo posible y lo imposible por aligerar las listas de espera, que en los tramos más largos se han incrementado en 11.277 pacientes.
Desde que llegó Page, el deterioro de la atención sanitaria en Castilla-La Mancha ha sido progresivo, y es alarmante, a pesar de que quieran ocultar y/o maquillar, una realidad que están viviendo día a día miles de guadalajareños y de castellano-manchegos.
¿Y qué ocurre cuando esta experiencia se vive en primera persona?
El 20 de enero padecí por primera vez una pancreatitis aguda, desconocía de qué se trataba, ya que lo único que sentí fue un dolor intenso que me cortaba la respiración. Acudí al servicio de urgencias de Azuqueca, y por la gravedad que debió detectar el doctor de guardia, me derivó en ambulancia al Hospital Universitario de Guadalajara. Me pasaron en una silla de ruedas a una sala de espera, y allí me quedé, más de tres horas esperando para ser atendida y doblada del dolor.
Agradecí la maravillosa atención que me brindaron los profesionales en el servicio de urgencias una vez que fui atendida. Me comunicaron que estaba grave, con un cuadro de pancreatitis aguda, y me dejaron ingresada. Y ahí comenzó todo mi particular viacrucis, y mi calvario.
Vaya por delante mi gratitud a todo el personal sanitario, pero miren ustedes: llegó el médico al día siguiente del ingreso y me dijo que debería ser operada, ya que esta patología era grave, muy grave, y que podría incluso ir en ello mi vida. Después de pensarlo unos segundos, la respuesta estaba clara, y pregunté cuándo podría ser, más que nada para ir organizándome los temas personales y profesionales. El doctor me contestó muy serio: aproximadamente entre siete meses y un año. Pensé que el dolor me había afectado el oído, y volví a preguntar al médico, que insistió en que era la lista que había, que me apuntara y que ya me llamarían.
Desafortunadamente, después de este ingreso, hubo cuatro más, llegando cada vez en peores condiciones al hospital; y aunque apuntada en la lista de espera, no había respuesta para mí. Estos cinco episodios ocurrieron en un mes y medio. En el último, la doctora me saludó efusiva y me comentó que volvía de nuevo grave, pero se siguió el protocolo -sueros y dieta absoluta- y tuvo a bien recordarme que esta patología era grave, que podría necrosarse el páncreas y podría morir.
La pregunta lógica fue… ¿por qué no se me opera, si como me dijo el Dr y me dice usted lo que tengo puede acabar con mi vida? La respuesta fue tajante: Pues porque hay una larga lista de espera… Además de enferma, te sientes impotente y ninguneada: después de haber cotizado más de 30 años a la Seguridad Social, ahí te quedas, con cara de no entender nada y rezando para que la próxima no sea la última. A la mañana siguiente, pedí el alta voluntaria y me acerqué a una clínica privada, donde ante la gravedad de mi estado, me hicieron el preoperatorio y me operaron en 24 horas.
Después de todo esto, mi pesar está en todas aquellas personas que no disponen -como en mi caso-, de un seguro privado y tienen que aguantar sufriendo la misma situación que yo sufrí, o que están incluso en peores circunstancias, y que tienen en riesgo su vida.
Sr García Page, con la salud y la vida de las personas no puede ni debe usted jugar. Yo fui operada, pero hay muchos que no tienen esa posibilidad, y entonces, ¿qué? ¿Seguimos diciendo que no hay listas de espera? ¿Seguimos lanzando que es una cuestión política y miramos para otro lado?
A su disposición pongo mi historial, para todo aquel que piense que no digo la verdad, o que mi historia tiene tintes electoralistas. Seamos serios. Ah, y aquí sigo… esperando que me llamen.
Según los datos oficiales hechos públicos por el SESCAM, el cierre de febrero nos dejaba 93.876 enfermos de Castilla-La Mancha en lista de espera en todos los tramos. La situación es insostenible, y muchas veces inaguantable. Desde que Page tomó las riendas del Gobierno regional, las cosas han ido de mal en peor, y las esperas son cada vez más largas (al acabar la Legislatura de Cospedal, en el Hospital de Guadalajara había una persona en las listas de espera de los tramos más largos, y ahora hay 2.485 pacientes). Los datos los puede comprobar cualquiera. Están en el SESCAM, y son públicos.
Aure Hormaechea, paciente de pancreatitis y presidenta del PP de Azuqueca y portavoz del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Azuqueca
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