Leo en prensa que el PP de Guadalajara –con su presidenta, Ana Guarinos, a la cabeza– recrimina ahora a la Junta de Comunidades los cierres de las escuelas rurales de Alcoroches y de Anguita. Sin embargo, lo cierto es que estas escuelas las cerró Cospedal cuando tenían 10 alumnos, y entonces Guarinos y la cúpula del Partido Popular en Guadalajara lo defendieron y lo aplaudieron, o lo que es casi peor, callaban mientras el entonces consejero de Educación Marcial Marín vertía día tras día afirmaciones encaminadas a desprestigiar la educación en las pequeñas escuelas de nuestros pueblos con tal de justificar su cierre.
Perdimos 70 escuelas rurales en otros tantos pueblos. Nos dijeron que era algo coyuntural por la crisis, pero algunos ya les advertimos en su momento que, si se cerraban, difícilmente se podrían reabrir, porque las familias más jóvenes abandonarían el pueblo al no haber escuela. Esa fue la realidad con la que se encontró Emiliano García-Page cuando llegó al Gobierno de Castilla-La Mancha. En Alcoroches y Anguita, de los 10 niños y niñas que había cuando Cospedal les cerró el colegio, apenas quedaban ya cuatro o cinco. Aún así, se abrió la escuela en ambos pueblos.
Algunos de esos niños y niñas ya han pasado a Secundaria y ahora solo quedan dos o tres. Con este número no hay ninguna escuela que se mantenga abierta. Quizás sin aquellos cierres del 2012 la situación sería otra.
Hasta esta disminución del alumnado se mantuvieron abiertas porque Page asumió el compromiso de mantener o abrir una escuela en un pueblo siempre y cuando hubiese un mínimo de cuatro alumnos y alumnas. Como así ha sido en Valdepeñas de la Sierra y Hueva, que se han abierto con ese número de escolares.
Un criterio igual para todos los pueblos, muy alejado del criterio de abrir y cerrar escuelas dependiendo del color de la alcaldía, como sucedió cuando gobernaba Cospedal. Un criterio que impide que el Tribunal Supremo te ponga la cara roja con una sentencia como la que declaraba nula la supresión de la escuela de Puente Vadillos en 2012 cuando tenía doce niños y niñas. Page la reabrió en 2015, ya con menos familias. Algunas se marcharon al cerrar la escuela.
Los cierres, como decía, además, fueron acompañados de una tremenda campaña de desprestigio hacia la escuela rural. Viendo que ahora, aunque tardía, se ha despertado cierta preocupación en el PP hacía la escuela rural, habría que preguntarles:
¿Se comprometen en caso de gobernar a abrir y/o mantener escuelas con cuatro alumnos, como hace García-Page, o las cerrarán con once o más, como ya hicieron?
¿Siguen pensando que la escuela rural es un modelo obsoleto y desfasado, como afirmaba el consejero de Educación, Marcial Marín, a cada momento?
¿Siguen pensando que los niños y niñas que van a una escuela rural tienen problemas de sociabilización?
¿Nos enseñarán de una vez esos datos que afirmaban tener, que indicaban que el alumnado rural tenía un mayor índice de fracaso y abandono escolar?
¿Nos presentarán a esas familias que, según el señor Marín, le daban las gracias por cerrar escuelas rurales?
Y así podría seguir con una pregunta detrás de otra, pero me tengo que ir a trabajar a una escuela rural.
Marco A. Campos Sanchís, maestro rural y secretario de Estudios y Programas del PSOE de Guadalajara
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