El Heraldo del Henares
Con intención de conocer los flecos y opacidades en torno al minizoo de Guadalajara e instando a su reconversión ética, se ha convocado el sábado 9 de julio a las 19h una concentración pacífica frente a sus puertas.
Tras casi 40 años desde su inauguración en 1985, toca hacer una revisión objetiva sobre este recinto, sus instalaciones, sus sombras y el triste estado en el que se encuentran los animalles que allí yacen.
La última noticia que trascendió desde dentro de las jaulas, fue el deplorable estado en el que se encontraba una loba, tendida en el suelo, desnaturalizada y solitaria (recordemos que los lobos son animales gregarios y que en los últimos años han sido incluídos dentro del catálogo de especies protegidas en nuestro país).
Adyacente al recinto zoológico de Guadalajara, se encuentra el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre, ambos gestionados aparentemente de manera conjunta. A diferencia del resto de capitales de provincia en Castilla – La Mancha, donde estos centros de recuperación son administrados y mantenidos por la Junta, en Guadalajara no es así.
¿Por qué el caso de nuestra ciudad es diferente? Nadie lo sabe.
Hasta dónde hemos podido saber, el Ayto. de Guadalajara destina anualmente una cantidad que roza las siete cifras, para supuestamente, financiar ambos recintos. En lugar de invertir ese dinero en mejorar las instalaciones y dotarlas de un mayor bienestar para los animales, sabemos que gran cantidad se gasta en adquirir nuevos ejemplares a otros zoos. Relevante también es que sólo disponen de un técnico veterinario.
Las cuentas no salen. La opacidad que rodea este centro no permite conocer los programas de atención y rehabilitación de los individuos. El estado del propio minizoo no se corresponde con esa gran inversión. Recordemos además, que se han presupuestado otros 211.000€ extra para poner un nuevo rótulo en la entrada y cambiar el vallado externo del recinto.
Queremos conocer dónde va a parar este goteo de fondos públicos.
Este lugar se comprendería si tuviera una funcionalidad educativa ética, que la gente pudiera tomar conocimientos de la etología propia de nuestra fauna. Consideramos que para ello no es necesario exponer a los animales a modo de parque temático (o más bien casa de los horrores), que aunque muchos de ellos no se puedan reinsertar en la naturaleza, la vía de exponerlos como piezas de museo dista mucho de los fines conservacionistas que se aseguran defender. Teniendo unas buenas instalaciones interactivas, proyecciones, muestras referenciales y recreaciones de los propios ecosistemas, sería mucho más atractivo y didáctico, proporcionando así una estancia digna y respetuosa a los animales.
Pero el desdén y la indeferencia que da el consistorio de Guadalajara, se resume en que ni siquiera se contabiliza la afluencia al mismo, ni se cobra entrada, ni se vigila que los visitantes irrumpan en los recintos de los animales, hagan fotos con flash o los alimenten.
Deseamos que se tengan en cuenta nuestras observaciones, que dejen de hacer negocio con la reclusión de los animales y se tome conciencia de la fragilidad del equilibrio biológico. Que estos animales merecen vivir tranquilos en sus propios hábitats, y en todo caso, mantenerlos acorde a sus características, es decir, lejos de humanos libres que con su simple presencia alteran su existencia.
Guadalajara Antitaurina
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