Al resolver cientos de dudas lingüísticas cada día, la Real Academia de la Lengua Española, la Fundación del Español Urgente y el Instituto Cervantes se han convertido en grandes asesores del lenguaje, cuya labor actual merece, según mi parecer, un análisis y una atención aún más profundos, con respecto a los años en los que los mismos vieron la luz.
De hecho, en las líneas que siguen no quiero centrarme en una definición de los tantos papeles que dichas instituciones desempeñan dentro del universo lingüístico del Español, sino en el objetivo común que las une, a pesar de que el mismo se manifieste de manera diferente, dependiendo de las razones principales que llevaron a la creación de cada una de ellas.
Por consiguiente, parece fundamental plantearse de entrada una pregunta: ¿dichos organismos pueden estar vinculados entre sí por su carácter de salvaguardia lingüística? Estoy convencida de que sí y de que desde hace muchos años existe una relación entre los mismos.
Ante todo, está claro que las tareas por las cuales se fundaron los tres hacen hincapié, a primera vista, en diferentes aspectos de la lengua española: simplificando mucho, en un uso más normativo la Real Academia, en un empleo correcto a nivel mediático Fundéu y en su difusión y buen uso el Instituto Cervantes. Sin embargo, esa aparente separación no debería llevar a considerarlas como realidades totalmente separadas y sin puntos de contacto. Al contrario, creo que la voluntad de diferenciar los ámbitos de la lengua -que han de protegerse- de los que cada una se ocupa pone aun más de relieve el fin común que las tres comparten.
Asimismo, se destacan las iniciativas prácticas a través de las cuales se intenta proteger la lengua española de las posibles amenazas que pueden llegarle del inglés o de la influencia de otros idiomas. A este respecto, piénsese en Fundéu, que proporciona consultas a las preguntas que se le trasmiten por parte de periodistas u otros profesionales pertenecientes al mundo de los medios de comunicación; o en el Cervantes, que -gracias a la promoción de actividades, cursos y diplomas Dele- intenta difundir la lengua misma fuera de España, ocupándose además de la formación de un profesorado que tenga las competencias necesarias para que la enseñanza del español se imparta a través de métodos cada vez más actualizados.
En conclusión, al final de dichas consideraciones, parece imposible pensar en salvaguardar nuestro idioma sin el apoyo de las tres instituciones mencionadas, con lo cual me pregunto: ¿existen otros recursos u organizaciones de «defensa lingüística» que puedan sustituirse a ellas?
Agnese Dotto
Génova (Italia)
NOTA DE LA REDACCIÓN: EL HERALDO DEL HENARES acepta el envío de cartas y artículos de opinión para ser publicados en el diario, sin que comparta necesariamente el contenido de las opiniones ajenas, que son responsabilidad única de su autor, por lo que las mismas no son corregidas ni apostilladas.
EL HERALDO DEL HENARES se reserva la posibilidad de rechazar dichos textos cuando no cumplan unos requisitos mínimos de respeto a los demás lectores o contravengan las leyes vigentes.