Hace unos días salían a la luz los resultados de las pruebas internacionales TIMSS, que evalúan a la totalidad del alumnado de los países desarrollados de primaria en Ciencias y en Matemáticas. Los resultados para el alumnado español no han sido nada buenos, sitúan a España a la cola y hay un retroceso respecto a la edición anterior de cuatro puntos en matemáticas y de siete puntos en ciencia. Además de la comparación con otros países europeos, los resultados de las TIMSS muestran grandes y preocupantes diferencias entre las nueve comunidades autónomas españolas que han participado en la evaluación.
Este batacazo en los resultados es otra muestra más de la situación tan mala que vive nuestro modelo educativo y confirma el grave problema estructural que hay en el sistema educativo español y sobre todo deja latente la falta de políticas efectivas que se aplican en el sistema educativo actual y que nos lleva día a día a una situación insostenible, que comprometerá el futuro académico y laboral de nuestros jóvenes.
En el día a día en esta profesión veo que mucho profesores y maestros se van cargando de desilusión y cada vez están más descontentos con su labor. Si pudieran -me dicen- dejarían la profesión porque este sistema educativo consume su ilusión y quema sus ganas de dedicarse a la educación. Y es que es un modelo en el que aprueba casi todo el mundo y sin esfuerzo alguno; es un modelo en el que la burocracia secuestra lo educativo con un sinfín de actividades y obligaciones de papeleo paralelas en vez de dedicar el tiempo a los alumnos, a la interacción, al debate, a la expresión oral y escrita, a la escucha, a la observación, a la intervención educativa, a la reflexión, a la investigación, a la innovación, a la curiosidad; es un modelo en el que los tipos de aprendizajes que reciben los alumnos no los prepara para afrontar los desafíos de un mundo laboral competitivo. Es un modelo que se fundamenta en unos axiomas pedagógicos muy ideológicos, conceptualmente delirantes y pseudocientíficos que atentan contra toda lógica pedagógica y contra el sentido común de cualquier docente neutral.
Nuestros políticos y sindicatos cuando abordan este asunto e intentan poner soluciones no lo hacen para arreglar ningún problema del sistema educativo, lo hacen para reivindicar aspectos que pueden proporcionarles muchos votos. Por ejemplo dicen que nuestro modelo mejoraría con menos horas de trabajo, con más sueldo, con reducción de las ratios máximas del alumnado por aula en todas las etapas y niveles educativos, con reducción de la carga de horario lectivo y de permanencia en el centro; pero nunca abordan la verdadera causa que en realidad está deteriorando nuestro sistema educativo, que no es otro que la desilusión y la perdida de herramientas para hacer eficaz el proceso de enseñanza-aprendizaje. Se les ha privado a los docentes de tres herramientas básicas que precisan, que no son otras que tener unos contenidos exigentes y claros a enseñar, una evaluación justa y ecuánime y la autoridad suficiente para aplicar, con inmediatez, una medida correctora frente a un mal comportamiento de un alumno. Esto es lo que realmente está afectando a la calidad de nuestro sistema educativo y provocando frustración y decepción en los docentes. No se puede pasar de curso ni aprobar sin superar unos mínimos aceptables y sin apenas esfuerzo.
El otro asunto que consume al profesor es la disciplina en el aula, esta es un elemento primordial en el proceso educativo, tanto para el desarrollo individual de los estudiantes como para el éxito del aprendizaje en general. Si no existe este entorno y ambiente ordenado y estructurado y si no se establece normas y límites claros para los estudiantes para mantener el orden y la convivencia en el aula en respeto no funcionará nada. Y para ello hace falta que el profesor recupere su autoridad perdida para aplicar, con inmediatez, una medida correctora frente a un mal comportamiento de un alumno.
Tal vez si se atendiesen estos tres asuntos los docentes recuperarían su ilusión profesional y sus ganas de enfrentarse al fabuloso reto de educar y de enseñar y en consecuencia mejorarían muchos análisis, estadísticas, estudios y pruebas educativas nacionales e internacionales.
Antonio de Miguel Antón, profesor de Secundaria. Guadalajara
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