José Luis Rodríguez Zapatero encarna hoy día al político más malvado en España. «La peor maldad es la maldad disfrazada, esa que, en el colmo de la hipocresía, practican los aliados del mal, que haciéndose pasar por justicieros, son lobos con piel de corderos que se confunden dentro del rebaño y que por esa misma razón son los más peligrosos». El único que se asemeja a Zapatero en maldad política es su discípulo y heredero ideológico P. Sánchez.
La mediación intervencionista de Zapatero para que el gobierno de España le conceda el asilo político a Edmundo González es una jugada de tanta sutileza y maldad, que sólo quien haya vivido en un país bajo una dictadura comunista se daría cuenta, debido a la invisibilidad de un movimiento a la sombra del poder y de los hilos que amarra un comunismo que actúa, como una mano diabólica y oscura, a nivel internacional.
Esa misma jugada la ejecutó el propio Zapatero en 2010 y 2011, junto con Moratinos, para otorgar asilo a decenas y decenas de líderes opositores cubanos, y de ese modo ayudar a la dictadura comunista de Cuba, descabezando a la oposición pacífica interna, quitándole presión internacional al Gobierno de Raúl Castro.
Ahora repite el mismo acto de maldad, de manera astuta. Presentándose o disfrazándose como mediador entre el Gobierno de Venezuela y el de España, para que le otorguen el asilo político a Edmundo González, logrando de un solo golpe ayudar así a Nicolás Maduro, enterrando las esperanzas legales que el pueblo venezolano tenía en un presidente legítimo.
¿Cuánta vileza hay que albergar en el pecho para un acto de esa dimensión? ¿Cuánta maldad para apoyar a un régimen asesino, y, al mismo tiempo, borrar la luz, desamparar a todo un pueblo inocente, con las esperanzas puestas en un cambio?
Confío en que más pronto que tarde, Zapatero será juzgado por tenderle la mano de manera cómplice a las dictaduras comunistas asesinas. Convencido de que será juzgado por cómplice de secuestros, asesinatos, cárceles y exilios de miles y miles de opositores cubanos y venezolanos.
Ahora entiendo por qué Sánchez elogió a Edmundo González en la reunión del PSOE. Él ya conocía el papel mediador de Rodríguez Zapatero para destruir los logros legales de la oposición en Venezuela y, de un plumazo, derrumbar las ilusiones más puras y genuinas de los venezolanos.
Zapatero y Sánchez son, no ya solo como políticos, sino también como personas, dos seres que se comportan de maneras repugnantes. Entiendo a los que dicen que producen el más absoluto asco.
Sin embargo, aún tengo fe en que sean juzgados algún día, que Dios se encargue de enviarlos allí al núcleo de la tierra. Como lo que son, según sus frutos, dos genuinos hijos de Satanás.
Víctor Morejón, vicepresidente de Vox Guadalajara
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