‘Sólo quiero brujas en esta noche sin compañía’, un solo título que esconde los cinco discos que ‘El Drogas‘, (ex Barricada), ha publicado este mes de octubre. Y cada uno de ellos, bajo un título de timbre distinto: Timbre acústico, timbre canalla y de bullanga, timbre oxidado, timbre equivocado y timbre fundido.
Cuando Warner Music nos citó a los medios en los cines Artistic Metropol de Madrid nos encontramos en un ambiente familiar y recogido, muy adecuado para escuchar los temas que el artista había seleccionado previamente de cada uno de ellos.
Sabes que estás frente a un gran músico cuando es capaz de enfrentarse a cualquier género y salir airoso. Y en esas estábamos al principio de la preescucha, situándonos, leyendo el dossier, estableciendo una primera toma de contacto con lo que estaba por venir -nos habían bromeado que escucharíamos las 42 canciones del tirón y que por ende no saldríamos de allí hasta pasada la madrugada-, cuando empezó a sonar la primera y nos pilló, por qué no decirlo, con el pie cambiado.
De repente, vimos un género que jamás habríamos esperado en este grandísimo artista. Guitarras acústicas mezcladas con estribillos pegadizos y que bien podrían encajar perfectamente en cualquier canción popera de las que hoy en día se estilan.
No pasa nada, reconozco que a El Drogas le habría perdonado hasta salir con un tutú rosa, para mí, es un músico en mayúsculas.
Pero seguimos escuchando. Y vamos descubriendo que cada uno de los cinco álbumes tiene una temática distinta, un ritmo diferente.
Así, Timbre acústico es más canción pop; pero con Timbre Oxidado vemos a El Drogas en estado puro, un rockero que nos recuerda su época más legendaria con los míticos Barricada, música macarra, directa, con letras afiladas dispuestas a remover conciencias.
Sin embargo, y lo que ya nos deja atónitos es ver su manejo de ritmos R&B en Timbre Canalla y de Bullanga, no en vano se dice que el ritmo es precursor del rock. Este hombre es un maestro y sabe imponerse en cualquier estilo con el que se maneje.
También nos encontramos guitarras distorsionadas, sonidos incluso industriales en Timbre fundido, y nos toca el corazón a nosotros, tan afines al mundo literario, el saber que las letras retratan a un personaje de un circo inspirado en el cuento «Fénix» escrito por Julio Ramón Ribeyro. Qué orgullo sentimos cuando un músico traslada a sus acérrimos ritmos de la mano de la cultura.
Es casi difícil de describir la sensación que nos produjo la última canción, con una composición al piano de tonos delicados, de los que te acarician el alma y te recuerdan compositores de los que ya nadie escucha.
Con Timbre equivocado llegamos al final de una preescucha, que fue más de lo que podíamos esperar. Y que, contra los temores a nuestra llegada, ahora sí estábamos deseando de escuchar las 42 canciones.
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