Una de las cuestiones que trae de cabeza a los ecólogos evolutivos, que estudian la ecología a lo largo de escalas temporales de millones de años, es si la biodiversidad, es decir, el número de especies que encontramos en un sitio, puede aumentar con el tiempo o si los ecosistemas tienen un número máximo de especies que pueden mantener. Si la biodiversidad de las especies tiene un límite, surge otra pregunta: ¿qué factores evitan que ésta aumente sin parar aunque pasen millones de años?
Los límites a la biodiversidad (también llamados “capacidad de carga”) mantenidos a lo largo de millones de años se habían propuesto y a veces demostrando, pero sólo para escalas geográficas muy grandes (continentales o a nivel global), pero nunca en escalas geográficas más pequeñas.
Ahora, según han informado fuentes de la Universidad de Alcalá de Henares en un comunicado, una investigación de los profesores Juan López Cantalapiedra (UAH), Soledad Domingo (CSIC) y Laura Domingo (UCM,CSIC), publicada en ‘Scientific Reports’, demuestra que la biodiversidad de mamíferos que habitaban la Península Ibérica hace entre 15 y 2 millones de años ha oscilado con un límite de unas 40 especies (en la actualidad, hay unas 20 especies, exceptuando micromamíferos como roedores y murciélagos, que no entran en el análisis).
Estas oscilaciones fueron bastante bruscas. Cuando la diversidad aumentaba demasiado por encima de este límite, el sistema entraba en desequilibrio, era insostenible, y muchas especies desaparecían de golpe, con lo que la biodiversidad descendía bastante por debajo de esas 40.
Pero este límite y esas fluctuaciones han ido cambiando también a lo largo del tiempo, moduladas por complejas interacciones entre diversos factores. Por ejemplo, en momentos en los que había grandes migraciones de especies desde África o cuando nuestros ecosistemas eran más heterogéneos, cuando había praderas alternadas con paisajes más forestales, la Península Ibérica ha albergado más especies de mamíferos.
Por otro lado, cuando los nichos ecológicos estaban más saturados, o durante intervalos en los que los ecosistemas eran tremendamente áridos, el sistema ha tendido a dejar de incorporar especies (ya sea por migración o por aparición local de nuevas especies) o a perderlas más rápidamente (mediante extinciones o migraciones a otras regiones).
La conclusión más importante de la investigación es que estos factores atañen tanto a los cambios climáticos (cambios en la vegetación, la aridez e incluso los cambios tectónicos que facilitan las migraciones desde otros continentes), como a la llamada ‘ecología de las especies’ (el papel que juega una especie en un ecosistema, y que abarca su forma de alimentarse, de competir con otras, de cazar, de evitar ser comida…-)
Estos factores operan además a diferentes escalas espaciales, tanto a nivel local, como en el caso las interacciones entre especies, o cambios en los ecosistemas, como continental, ya que las grandes migraciones que comienzan a miles de kilómetros pueden tener una gran influencia en los patrones de diversidad a lo largo de millones de años.
En su artículo, los investigadores analizaron información del registro fósil de unas 200 especies de mamíferos que vivieron en la Península Ibérica hace entre 15 y 2 millones de años, un periodo que abarca momentos en los que hubo mastodontes, rinocerontes, jirafas, antílopes y grandes felinos. Analizando esta información han podido reconstruir cómo ha variado la diversidad de mamíferos durante esos 13 millones de años y qué factores la han limitado.