La Junta de Castilla La Mancha ha informado hoy martes 15 de marzo al Ayuntamiento de Guadalajara que a lo largo de la pasada noche y de todo el día de hoy se han superado los niveles máximos de partículas en suspensión PM10, que pueden ocasionar daños pulmonares al inhalarse.
Esta situación se ha producido por la llegada al centro peninsular de polvo sahariano arrastrado por la borrasca Celia, que se espera que mañana miércoles siga instalada en la atmósfera.
En concreto, según han informado fuentes municipales en un comunicado, la media diaria de estos valores no debe de superar los 50 g/m3, las mediciones en Guadalajara han alcanzado de madrugada los 808 g/m3, que aunque disminuyeron a lo largo del día hasta los 234, seguían estando por encima del umbral máximo a partir del cual son dañinos para la salud.
Por tanto, ante la previsión de que dicho manto sahariano siga mañana instalado en la atmósfera, el Ayuntamiento de Guadalajara ha recomendado el uso de la mascarilla en exteriores, limitar la actividad física al aire libre y evitar las salidas al exterior en caso de padecer problemas respiratorios graves.
Pueden llegar a provocar daños respiratorios graves y cáncer de pulmón
Según informa en su web la organización Ecologistas en Acción, en relación con sus efectos sobre la salud se suelen distinguir varios tipos de partículas: por un lado, las PM10 (partículas “torácicas” menores de 10 μm que pueden penetrar hasta las vías respiratorias bajas); las PM2.5 (partículas “respirables” menores de 2.5μm, que pueden penetrar hasta las zonas de intercambio de gases del pulmón); y las partículas ultrafinas (menores de 100 nm, que pueden llegar a pasar por el torrente circulatorio.)
Hoy día los científicos consideran que las partículas en suspensión son el problema de contaminación ambiental más severo, por sus graves afecciones al tracto respiratorio y al pulmón. Las PM10 están detrás de numerosas enfermedades respiratorias, problemas cardiovasculares, y cánceres de pulmón, según esta organización ecologista.
Por otro lado, los estudios sobre efectos a largo plazo han estimado que la exposición a partículas en suspensión puede reducir la esperanza de vida entre varios meses y dos años. Según un estudio de la Comisión Europea, publicado a comienzos de 2005, la presencia de estas partículas en la atmósfera produce cada año 288.000 muertes prematuras. Otro estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado en 2004 afirma que la exposición a las partículas en suspensión es la causa de la muerte prematura de 13.000 niños de entre uno y cuatro años de edad, cada año.