Los cambios en las expectativas de vida y el envejecimiento de la población española han provocado en las últimas décadas que aumente de forma considerable la cantidad de personas dependientes a causa de enfermedades crónicas, discapacitantes o por la edad.
*Por el Dr. Jonatan Pérez Toro, médico anestesiólogo
La dependencia es, en la mayoría de los casos, asumida por el entorno familiar y muy especialmente por las mujeres. En el entorno del paciente dependiente, el dolor es el síntoma más indicativo de que algo no funciona adecuadamente y es el alivio del dolor el objetivo preferente de los cuidadores y familiares.
Cuidar a otro a menudo implica múltiples tareas desconocidas, como monitorizar el dolor y otros síntomas, administrar medicamentos, tratar con los efectos secundarios, ayudar al enfermo a cambiar de postura y comunicarse con los profesionales de la salud. Además de atender las exigencias físicas y emocionales que implica cuidar a alguien, las familias y los cuidadores deben adaptarse y sobrellevar las alteraciones que se producen en sus propias vidas diarias.
La capacidad para sobrellevar las exigencias derivadas de cuidar a otro, varía de unas personas a otras. Algunos familiares y cuidadores pueden dominar las tareas derivadas del cuidado y parecen sobrellevar bien los desafíos que se les presentan. Otros, por distintos motivos, como por ejemplo: cuidado de los hijos, responsabilidades en el trabajo, problemas de salud y angustia emocional, tienen más dificultad para sobrellevar estas exigencias e informan niveles más elevados de depresión y tensión.
En los últimos años, diversos estudios han tratado como la sobrecarga ocasionada por el cuidado de pacientes con dolor crónico afecta a las personas con enfermos a su cargo.
En 1999, la Organización Mundial de la Salud, OMS, definió al cuidador primario como “la persona del entorno de un paciente que asume voluntariamente el papel de responsable del mismo en un amplio sentido; este individuo está dispuesto a tomar decisiones por el paciente, decisiones para el paciente y a cubrir las necesidades básicas del mismo, ya sea de manera directa o indirecta”.
Se ha confirmado que ser un cuidador tiene un impacto en la vida y en la salud. Existen estudios que han encontrado que entre el 46 y 59 % de los cuidadores primarios están clínicamente deprimidos y utilizan prescripciones para depresión, ansiedad e insomnio dos o tres veces más que el resto de la población.
Ser cuidador de un paciente con dolor crónico, en muchas ocasiones conlleva el riesgo de convertirse en un paciente con dolor. Las cuidadoras de ancianos dependientes suelen presentar elevados índices de sobrecarga por las propias características de estos pacientes, que requieren gran cantidad de cuidados; además la mayoría suelen presentar problemas físicos como dolores lumbares, cervicales y de brazos por la movilización constante del paciente para el aseo, el cambio de pañales, el incorporarlo para comer o pasarlo a su silla, etc.; con el agravante de que la mayoría de ellas son mujeres de más de 50 años, lo que incrementan las lesiones de espalda y se niegan a tratarse por no dejar de cuidar al enfermo.
El autocuidado del cuidador es fundamental para garantizar la calidad de vida de la persona a la que se atiende a diario.
Desde la Clínica El Carmen en Guadalajara, somos conscientes, querido cuidador o cuidadora, de lo importante que es cuidarte. Aquí te dejamos una pequeña guía con algunos consejos prácticos:
1. Pide ayuda a tu entorno Desecha pensamientos como:
• No quiero trasladar la carga que suponen los cuidados a otras personas.
• Pienso que nadie le va a cuidar tan bien y con la dedicación con la que yo lo hago.
• No quiero pedir ni aceptar ayuda. Es un signo de debilidad que no quiero mostrar.
2. Ante tristeza, ansiedad o depresión… toma una actitud positiva.
La predisposición a un cambio de pensamientos y actitudes por tu parte es un elemento esencial del tratamiento y la recuperación de este tipo de problemas.
• Lo que haces es muy importante y ello debe aumentar tu autoestima.
• Mantener una actividad física regular te ayudará mucho en la superación de las actitudes negativas.
• Tómate todos los días un tiempo de respiro. Resérvate un tiempo diario para ti, aunque sean unos minutos.
• Cuando tengas pensamientos negativos, analiza si son lógicos y si tenerlos te sirven para mejorar la situación. Si no es así, trabaja en desecharlos.
• Fíjate metas realistas para ti y para la persona que cuidas. Fijar metas inalcanzables te provocará sentimientos elevados de frustración.
• Cuida el tiempo dedicado al descanso. Es tan importante como los cuidados al familiar.
• No abandones tu higiene y tu aspecto. Te llevará a sentirte mejor y te facilitará adoptar una actitud positiva.
• Mantente activo. Cuanto más activos nos mostramos menos ocupamos la mente en pensamientos contraproducentes.
3. No te aísles
En estas situaciones es habitual llegar a cierto grado de aislamiento debido a que nuestro estado de ánimo es bajo y ello nos supone un esfuerzo. Debes fomentar las relaciones sociales:
• Te proporcionan diversión y entretenimiento.
• Suponen un canal de apoyo y desahogo emocional.
• Significan un alivio a la carga de los cuidados.
• Favorecen tu bienestar emocional.
• Te permiten dar y recibir afectos.
4. Estructurar adecuadamente los cuidados ofrecidos
Cuanto mayores son las exigencias y la carga de los cuidados, más necesario resulta dibujar la línea que separa cuidar adecuadamente de un familiar, de prestar los cuidados comprometiendo con ello nuestra salud y nuestro futuro. Debes establecer unos límites:
• Identifica aquellas tareas que puede hacer la persona a la que cuidas por sí mismo.
• Fomenta su autonomía para que participe y sea responsable de sus propios cuidados en la medida que su dolencia le permita.
• Valora qué tareas no puedes llevar a cabo sin ayuda y establece una rutina diaria para compartir esas tareas.
5. Sentimientos de culpa
Los sentimientos de culpa son muy frecuentes entre los cuidadores, aunque en cada uno de ellos pueden aparecer por motivos distintos.
• Identifica por qué te sientes culpable y ante qué situaciones. En ocasiones, la culpa es solo el envoltorio bajo el que se encuentran multitud de sentimientos más profundos. Conocerlos es conocernos mejor a nosotros mismos y estar más preparados para actuar ante ellos.
• Presta atención a cómo te expresas y experimentas sus responsabilidades con los cuidados. Si utilizas palabras como “debo”, “podría hacer”, “debería hacer”, etc. quizás tu autoexigencia sea demasiado elevada.
• Si te resulta imposible vencer los sentimientos de culpa debes acudir a un profesional.
Fuentes: www.sercuidador.es, Cruz Roja e Imserso
El autor:
El doctor Jonatan Pérez Toro es médico anestesiólogo y director de la Unidad del Dolor de la Clínica El Carmen de Guadalajara.
También es el coordinador de la Unidad del Dolor del Hospital Universitario de Torrejón de Ardoz, sección de Anestesiología.
Artículo cedido por la Revista Médica El Carmen para su publicación en EL HERALDO DEL HENARES