El pasado viernes, 12 de julio, concluyeron los cursos de verano 2024 de UNED Guadalajara con el titulado ‘Economías del arte 2: Imaginarios de la revolución’, un curso en el que se ha analizado el imaginario de las revoluciones desde la disyuntiva entre las obras asimiladas por la economía de consumo y la necesidad de generar expresiones artísticas críticas con la sociedad.
La jornada inaugural, que tuvo lugar el miércoles 10 de julio, comenzó con la ponencia titulada ‘En tiempos de huelgas’, a cargo de María Ángeles Baños Gil, doctora en Historia del Arte y Profesora Tutora en el CA de Guadalajara.
La conferencia partió con la proyección del filme ‘La salida de los obreros de la fábrica’, de Harun Farocki, (1995), una película realizada a través de material descontextualizado que el director monta, a modo de yuxtaposición, para revelar los contenidos del tema subyacente. Las secuencias de Farocki “nos muestran los ciclos de la vida material de esos trabajadores” y “da voz a esos testigos mudos de la sociedad”.
La segunda ponencia, ‘Sobre la rebelión de los medios: máquinas sin control y montajes dialécticos’, fue conducida por Víctor del Río García, profesor titular de la Uned, que comenzó su intervención dando importancia al siglo XX, como “elemento gravitacional”, a la hora de pensar en las revoluciones.
Destacó que existe “un poso de melancolía en nuestro concepto sobre la idea de revolución”. Según el profesor, el tinte ideológico a la hora de abordar estas cuestiones “oscila entre el entusiasmo amnésico o una dimensión reaccionaria”.
La segunda jornada, en el turno de mañana, emprendió con ‘La revolución en marcha: cuando el futuro éramos nosotros’, y estuvo dirigida por Yayo Aznar Almazán, catedrática de la UNED, que comenzó su intervención haciendo referencia a Hannah Arendt, ya que, según la filósofa alemana, “la revolución nos enfrenta al problema del comienzo”.
Relacionado con las huelgas del siglo XX, Almazán apuntó que “la violencia real y la representada, era mucho menos cruda por parte de las clases populares, que la ejercida por el estado”.
La segunda conferencia del día fue impartida por Gabriel Cabello Padial, profesor titular de Historia del Arte de la Universidad de Granada, con el título ‘Cuerpo político y cuerpo colectivo. Figuraciones de un imaginario de la Revolución’.
Cabello Padial comenzó su intervención con el texto de Fabre d’Églantine, en el que proponía el cambio del calendario durante la Revolución francesa, del que se extrae que “las imágenes son la fuente de la superstición”.
Con la llegada de la Revolución rusa, surge la necesidad de crear un nuevo imaginario que representara al proletariado. La expresión del movimiento, en la abstracción, es una forma de “representar una multitud”. El artista se concibe “como un obrero más”.
La tarde tuvo como punto de partida la exposición de Patricia Mayayo Bost, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, con ‘Imágenes para las revoluciones feministas’, en donde se analizó la identidad estética de los primeros movimientos feministas.
Mayayo Bost profundizó en algunas representaciones despectivas y caricaturescas sobre la lucha feminista en el siglo XIX, un imaginario que después artistas de las últimas décadas del siglo XX y comienzos del XXI harían suyo, reinterpretándolo para generar una nueva significación.
La conclusión, del segundo día de intervenciones, tuvo lugar en voz de Luis Navarro Monedero, filósofo, escritor, ensayista y activista– con su exposición ‘Virus, máscaras, voces. Formas invisibles del cambio de siglo’.
El filósofo, destacó que “Mayo de 1968, consigue reconciliar los movimientos revolucionarios del mundo del arte con los cambios sociales”. La imagen del artista “se diluye en lo colectivo”.
El ciclo de conferencias, destinado al análisis de los imaginarios del arte vinculados a los procesos revolucionarios, llegó a su fin a través de Amador Fernández-Savater con la ponencia ‘Salir de la tierra del Faraón: la revolución como Éxodo’.
La revolución política y económica, según Fernández-Savater, “tiene unos límites a la hora de transformar la realidad”. Para un cambio cualitativo “hay que modificar la subjetividad de la piel del ser humano mismo”.
La revolución cultural “pretende alcanzar el nivel psíquico y antropológico de la naturaleza humana”. El término cultura, en términos del filósofo, se va a relacionar con el “nivel antropológico de las formas de vida”.
El curso concluyó con una mesa redonda, en la que han intervenido varios de los ponentes de las tres jornadas, denominada ‘Capitalismo y cenizas: la dinámica revolucionaria como combustión y agotamiento de sus imaginarios’.