<<Perseguidos por su pasado>>
He estado tentado de encabezar este comentario sobre el montaje de Yolanda García Serrano con el más rotundo -y menos ambiguo- título de “dos hermanos y un destino”. Esto hubiera llevado a pensar, por asociación de ideas, en la espléndida película de George Roy Hill, de 1969, Dos hombres y un destino y a crear, por tanto, un contexto erróneo para la correcta interpretación de un obra en la que, el delito, sin dejar de ser uno de los elementos vertebradores de la acción no tiene, desde luego, esa aureola mítica que rodea a los forajidos del lejano Oeste de la época dorada de Hollywood.
De hecho, la figura de Kico es la del antihéroe en el más genuino sentido del término, una víctima de malos tratos en su infancia, de exacerbada rebeldía juvenil que deviene un delincuente de poca monta, a quien la mala suerte -un homicidio involuntario consecuencia de una pelea callejera- ha llevado a la cárcel por un largo periodo de tiempo.
Allí, en el frío y desolado ambiente de la prisión, es donde se desarrolla la mayor parte de la acción, articulada en breves escenas que se corresponde básicamente con las sucesivas visitas que recibe por parte de su único enlace con el exterior, su hermana Emma, una mujer vulnerable, que a duras penas ha conseguido superar los efectos de una infancia traumática, salir a flote, conseguir un trabajo y formar una familia “normal”. Estos encuentros con el Kico, al que prácticamente había expulsado de su vida, ponen en evidencia cuan pesado es el yugo que imponen los lazos de sangre y avivan un latente sentimiento de culpa de Emma por el rechazo visceral que le provoca su hermano, un proscrito sin visos de reinserción a quien la sociedad ha estigmatizado.
Escrita desde las entrañas, teniendo como telón de fondo un drama carcelario, esta obra es una incursión en lo más profundo e inhóspito de las relaciones familiares. Se trata de un texto acre, hiriente, muy pegado al terreno de la realidad cotidiana -en prisión y fuera de ella- que refleja con especial virulencia los efectos deletéreos de la privación de libertad sobre el equilibrio emocional y sobre la integridad moral de los reclusos pero también los reproches, las invectivas de este verdadero ajuste de cuentas en que se convierten algunos encuentros de los hermanos. La ironía de Kico y su peculiar sentido del humor atemperan apenas el crudo clima de incomprensión, de violencia contenida, de rabia contra ese destino inmutable que parece cernirse como nubarrones de tormenta sobre cualquier intento bienintencionado de Kico de rehacer su vida, como le pide su hermana. Y es que un pasado de odio y de violencia les persigue implacable reapareciendo una y otra vez para interponerse entre los hermanos, para desbaratar los buenos propósitos de Kico y alejar a Emma de ese lugar idílico al que desea ardientemente viajar y cuyo paisaje está conformado precisamente por los sueños de libertad de su hermano.
El montaje revela una excelente compenetración y un riguroso trabajo por parte de los actores, Nur Levi y Carlos Librado, en dos personajes, zarandeados por unas circunstancias vitales particularmente ingratas y dolorosas. Nur Levi cavalga con soltura el carrusel de cambiantes estados de ánimo a que le obligan los sucesivos descubrimientos de su personaje, es una mujer apacible y complaciente a la que superan ocasionalmente los acontecimientos haciéndola pasar de la risa al llanto, de la solicitud y la ternura a la descalificación o el improperio, de la comprensión, la esperanza y la aceptación a la rabia y la impotencia de no poder cambiar las cosas. Carlos Librado, por su parte hace un espléndido trabajo de creación de personaje. Con la parsimonia y los “huecos” de memoria de un boxeador sonado, parece como ausente, ensimismado, animado ocasionalmente por destellos de lucidez que nos permiten descubrir el desamparo y la soledad que embarga su espíritu. La dureza de la vida en prisión, los chantajes y el lento trascurrir del tiempo sin esperanza han hecho mella en él aunque trate de ocultarlo con su jovialidad y su sentido del humor. Apenas un propósito le anima a seguir viviendo: ¡correr!, como cuando de niño trataba de escapar a los golpes de su madre. Pero incluso este empeño resultará fatal, inexorablemente infructuoso.
Gordon Craig (06-XI-2017)
Ficha técnico artística:
Autora: Yolanda García Serrano.
Con: Carlos Librado “Nene” y Nur Levi.
Escenografía: Carlos Aparicio.
Espacio sonoro: Mariano Díaz.
Dirección: Yolanda García Serrano.
Madrid. Teatro Galileo. 5 de noviembre de 2017