Si «el sueño» es «un grito olvidado», hay que repetirlo y lanzarlo al aire, sin miedo, para que se escuche. Es la única forma de que se llegue a ser conscientes y, cambiar.
Más que La interpretación de los sueños de Sigmund Freud, me gusta la idea de Elías Canetti (Cañete), según la cual: «Todas las cosas que uno se ha olvidado de gritar, piden ayuda en los sueños».
Entonces, tan interesante es descubrir que «hay un olvido» personal o social, como saber cómo y quién hace visible ese olvido, con «un grito de ayuda en un sueño».
Esta forma de entender los sueños es doblemente positiva: por un lado 1) despierta y fomenta la creatividad, y por otra, 2) Da respuesta y la ayuda a quien «pide ayuda en los sueños».
Ello, exige un análisis previo interno, según la frase tan típica de «consultarlo con la almohada» sobre el sueño ,y después de la oportuna consulta, decidir, que no se puede seguir olvidando un grito.
Pero menos aún, si es el grito de algún niño que «pide ayuda en los sueños». Generalmente gritan con su vida.
Aunque la interpretación de los sueños ha sido una constante dispar a lo largo de la historia de la Humanidad, no es mi intención, en absoluto, acercarme a los sueños como terapia. Hay que tener los sueños en cuenta, porque existen. Desde mi situación únicamente pretendo dar a conocer su existencia. Y no de todos, sino uno solo muy concreto, desde el que grita y vive una niña: Vicky.
El Sueño de Vicky.
El 3 de marzo de 2012, nacieron Vicky y Alba. Son las mellizas de una familia encantadora de 4 hijos. Ella y todos vivían felices, en Panamá.
En marzo de 2014, con dos añitos Vicky enfermó. «Buscando lo mejor para ella, en cuanto lo supimos, vinimos a la sanidad española. Recorrimos el mundo entero por la salud de nuestra hija. ¿Quién no haría eso mismo por su hijo?».
La alarma desató la búsqueda y el peregrinaje por las consultas de los especialistas. Le hicieron la biopsia en el 12 de Octubre. El hospital donde recibió el tratamiento fue en MONTEPRINCIPE, con la Dra. Blanca López Ibor. Es cierto que en el Hospital Niño Jesús estaban pendientes de su evolución.
Era el principio de un abismo o de un «sunami», como lo llamó Laura, su madre.
Por alguno de los misterios de la vida, toda la familia quedó, para siempre, sobrecogida y volcada, especialmente, sobre Vicky, al detectarle un cáncer cerebral. La vida de la familia y de la niña, cambió por completo con el diagnóstico. La fortaleza de cualquier adulto suele tambalearse ante la noticia de un tumor. Pero si la enfermedad afecta a una hija pequeña, el dolor de la familia tiene que ser indescriptible. Es difícil imaginar y menos ponerse en el lugar de los padres. Por ella, y por los otros hijos sacaron fuerzas de flaqueza y buscaron y pidieron ayuda a quien pudiera…
La niña, pese a las limitaciones de su estado y de su entorno, apenas era consciente de su enfermedad. Pero su madre Laura y su familia, descubrieron la realidad más terrible: primero, que no había tratamiento para el cáncer cerebral infantil; segundo, que oficialmente no había investigación para encontrar alguna cura, porque la enfermedad era catalogada como «rara», y casi no había inversión pública ni privada.
Es una paradoja que el cáncer infantil esté considerado en España como enfermedad «rara», a pesar de ser la primera causa de muerte, en niños de 2 a 16 años. En España hay diagnosticados más de 1.500 nuevos casos de cáncer en niños cada año. Sin investigación no hay cura. Se da la circunstancia de que a muchos niños se les trata, adaptando proporcionalmente fármacos para adultos, con lo que implica un riesgo añadido. La cruda realidad es que, 1 de cada 3 niños con cáncer, fallece.
El tratamiento duro 1 año, de los cuales 8 meses estuvo en el hospital, sin salir ni un solo día. De común acuerdo con los médicos, y el personal del hospital, intentaron interactuar con la niña para que pudiera jugar y ser feliz, transformando el entorno de familia hacia una realidad paralela, donde Vicky se sintiera querida, pudiera jugar y desarrollarse de forma casi normal, para una niña de esa edad.
Le dieron el alta en julio de 2015. Se la llevaron a casa. Les dijeron que duraría 3 meses. Vicky no volvió a pisar un hospital. Partió el 30 de octubre de 2016. Durante ese periodo… «yo la cuidaba desde casa, haciendo de enfermera, fisio y madre además de atender al resto de la familia. Lo que iba a durar unos meses… se prolongó bastante más de un año»
Con estos datos y un corazón de madre roto, que vela junto a la cama de su hija, tienen que suceder muchas cosas. Nadie sabe explicar cómo del dolor puede nacer una fuente de luz. Pero, una luchadora como Laura, ante el avance de la enfermedad de su hija, a quien ha dado todo, acepta que tenga que partir, pero se resiste a que Vicky y ella no hagan nada y no luchen para que se investigue y que otros niños se puedan curar.
Ahí, en las largas jornadas, en la intimidad de madre e hija, en silencio, se fraguó y surgió el reto, la utopía, la realidad, el propósito y la aventura: «El sueño de Vicky». De alguna forma la niña lo capta, lo conoce y le entusiasma que el proyecto lleve su nombre. Desde donde esté lo apoyará, para que los niños se curen. Laura García Marcos, hizo público «El Sueño de Vicky» en octubre de 2016 como Asociación.
«Vicky se durmió en mis brazos, en mi cama, cantándole una nana y abrazada por su padre y sus hermanos. Fue una despedida maravillosa, que nos dejó ¡¡¡muchísima paz!!!»
Tras esa dulce despedida Vicky, con 4 añitos, se convirtió en la estrella más hermosa y brillante del Universo. La vida, el amor, El Sueño están en lo alto, tiene luz, es dorada como el sol y las estrellas. La bandera de «El Sueño de Vicky» es una estrella dorada.
¿Cuál es el objetivo de este Sueño de Vicky?
Cuando «el sueño de Vicky» fue registrado como Asociación sin ánimo de lucro, en Madrid, dejó muy claro su objetivo, es muy sencillo, dar a conocer y concienciar al mundo de la realidad del cáncer infantil; conseguir dinero para financiar la investigación y encontrar medicamentos para combatirla y que los niños se puedan curar.
«El cáncer infantil es el gran olvidado de la sociedad, ya sea por desconocimiento o por el dolor que causa ver a un niño con esta enfermedad, pero la realidad es que no se destinan fondos públicos al cáncer infantil y somos las Asociaciones, las que con mucha dedicación y empeño, conseguimos tapar los agujeros que la Sanidad española no tapa».
https://youtu.be/Yuo3m9BrJKs
Sumando y uniendo para ser más fuertes y eficaces.
Cuando alguien tiene una idea clara, y con humildad y constancia la ofrece y la defiende, con todos los medios y en cualquier lugar que se le ofrezca… descubre que hay mucha gente buena que se engancha, que conecta, que se suma a la causa.
El libro QUIERO VIVIR, SOY UN NIÑO, ha sido publicado para ayudar al Sueño de Vicky».
Y además, aunque parezca imposible, se descubre que hay familias, que han atravesado o están atravesando situaciones, muy similares a las que los familiares de Vicky han pasado. Por encima de lazos de sangre, los lazos de amor, siempre unen.
«El sueño de Vicky» y la familia Cañizares se unieron en la lucha contra el cáncer infantil en un evento que organizaron el 28 de junio en el Hotel Westin Valencia, para recaudar fondos para la investigación de esta enfermedad.
Recordemos que Santi Cañizares y su esposa Mayte nunca ocultaron la enfermedad de su hijo fallecido a los 5 años, el 23 de marzo de 2018. Ellos también decidieron hablar de cómo transcurrieron sus últimas semanas y, sobre todo lanzar un mensaje. «Compartiendo nuestra historia queremos ayudar a dar voz al cáncer infantil». Aún conmovidos por el drama que han vivido, consideran que los últimos 16 meses de la enfermedad de su hijo, dicen que «han sido un regalo de entendimiento de la vida». Maite, a pesar del dolor añade «yo me siento una afortunada porque él me ha enseñado la finalidad de esta vida». «Él vino a enseñarnos que valoráramos cada instante de nuestra vida, a que tuviéramos mucho más corazón y menos disputas. Y no solo nosotros, estamos muy orgullosos de él». Tanto, que le despidieron con una fiesta, nada de flores, tanatorio o luto.
Santi, el hijo de Maite y Santi, tiene dos coincidencias, con Vicky. Si como hemos indicado, Vicky, fue una de las mellizas; Santi era uno de los trillizos, de la familia Cañizares. Y aunque ella nos dejó a los 4 años, y Santi a los 5, ambos, en el poco tiempo de paso por la tierra, tuvieron la finalidad de despertar sueños.
https://elpais.com/elpais/2018/04/18/gente/1524039491_291048.html
Los sueños no tienen fronteras, «El sueño de Vicky» tampoco. Es una luz que toca el corazón y pide sin exigir. Cada uno, -cuando se hace consciente-, sabe lo que puede hacer, lo que puede dar y cómo, para -entre todos- vencer el cáncer infantil.
No deja de asombrar lo universal que puede ser una vida e incluso un sueño. Será necesario volver, sobre ello, para que los lectores comprendan su alcance en los últimos pasos de la Asociación. Aunque «El Sueño de Vicky», sigue hoy más vivo que nunca y, de una forma u otra, lo conocen ya en muchas ciudades y pueblos. Sus proyectos son muy cercanos, imaginativos y atractivos. Se adaptan a lugares, personas, eventos donde se puede aprender y hacer donaciones. Por ejemplo:
Visitas a empresas
Charlas educativas en colegios
Eventos deportivos
Mercadillos
Desayuno con Vicky
Cenas solidarias
Networking con Asociaciones y Fundaciones centradas en la lucha contra el cáncer infantil
Un sueño inacabado
Aunque esté vivo, como hemos dichos, «El sueño de Vicky», es y seguirá siendo un gran proyecto extraordinario. Pero, mientras no logremos, entre todos, que la finalidad para la que nació, conseguir los fondos necesarios para la investigación y que gracias a ella algún niño con esa enfermedad pueda curarse, estará inacabado.
Por eso a continuación dejamos la posibilidad de contactar, bien por teléfono o por correo electrónico. Cualquier ayuda es bienvenida, porque toda ayuda es necesaria. Los niños con cáncer, necesitan investigación. Vicky, espera en el sueño de los niños enfermos.
Tfno.: +34 679 962 700
https://elsuenodevicky.com/el-sueno-de-vicky/
Email: info@elsuenodevicky.com
ENVÍANOS UN E-MAIL A elsuenodevicky@gmail.com
José Manuel Belmonte