Los entendidos dicen que Confucio defendía tres caminos para llegar a la sabiduría: 1) la imitación, que es el más sencillo; 2) la reflexión, la más noble; y 3) la experiencia, la forma más amarga y dura.
En cualquier caso, lo importante para las escuelas orientales, es la búsqueda del despertar espiritual para alcanzar la iluminación.
Por cualquiera de los caminos se puede ir hacia las formas más elevadas. El progreso supone tanto la disposición personal como el regalo de la iluminación: «cuando el Alumno esté preparado, llegará el Maestro». No todo está fuera, ni siempre. El deseo está dentro de nosotros y la maestría también.
Hay que distinguir claramente entre alumno y grupo (aula, sociedad). El despertar o es personal o no es nada. El Maestro nunca falla. Pero la consciencia personal, cuando se alcanza, se descubre como «uno» y parte del Todo, Unidad Total. Nuestras células y partes corpóreas, son singulares, pero no son nada sin el Todo.
Sabemos que el ejemplo atrae, arrastra. Lo saben hasta los niños, que incluso teniendo su intuición, aprenden imitando. Cuando hay un buen modelo, se le imita, sea de familia, deportista, profesor o científico.
Los jóvenes, admiran la belleza y la fuerza mental, la lucha, el espíritu de sacrificio, la ilusión, la constancia y el esfuerzo que ciertas personas realizan para conseguir una meta. Admiran y siguen, sobre todo, a quien nunca se rinde, sea en el deporte, en cualquier profesión o disciplina de la vida social, o mística.
Pueden no tener aún suficiente voluntad, ni la suficiente claridad para escoger y seguir a quien admiran. Ellos son capaces de ser, de ganar e incluso de perder, se pueden equivocar porque van y vienen, desean conocer y también sienten. No conocen aún sus debilidades, ni sus límites. Suelen agradecer la confianza y las oportunidades, aunque no siempre sepan aprovecharlas. Lo que no perdonan, en general, es la mentira, la trampa o el engaño.
A cualquier edad, cuando se llega al punto de merecer el paso al siguiente nivel, se impone la reflexión, para progresar. Se sospesan pros y contras y se valora un nuevo punto de vista. Al conocernos un poco mejor, nosotros mismos percibimos si avanzamos o no, hacia el estado superior. Lleva tiempo.
Despertar la consciencia en la sociedad actual -tan agitada-, no es fácil. El anonimato o el miedo dificulta la capacidad de concentración. En grupo o en manada, la gente olvida su responsabilidad o la diluye.
Tres meses de confinamiento, debían servir para conocer nuestra debilidad ante el COVID-19 y disponer nuestra actitud para hacerle frente como personas y como sociedad.
La búsqueda íntima y personal de la verdad y la perfección no se suele encontrar en las noticias ni en las imágenes que los medios nos sirven. Nos quieren hacer creer que lo que «escuchamos o nos hacen ver» es lo que hay. No es exactamente que sean mentira los telediarios, es que sirven a «sus» intereses. Al aceptar «sin más» lo que dicen los medios, más que «informados» terminaremos aturdidos, trastornados o desquiciados. Aunque «el mando» de casa, no lo tienen ellos.
Por eso, vemos desajustes y criterios oficiales distintos de la OMS. Chocan con la inteligencia los bailes de cifras según el organismo que las ofrezca. Y se olvida que detrás de cada una de esas cifras de fallecidos, hay o había una persona, cuyos familiares se preguntan por qué su ser querido perdió la vida.
Pero la simple pregunta desconcierta, porque «como diría Moratín, los partidos políticos siguen viendo «en el crítico, un envidioso, en las pruebas, una calumnia, a la censura la juzgan como si fuera un libelo y al raciocinio lo reciben como si se tratara de un insulto»; por eso su afán de controlarlo todo.
Nos hicieron creer que «resistiendo» en casa seríamos parte de la solución, pero ¿para qué ha servido?
¡Casi no quedaba otra! Lo hicimos. Los contagios han disminuido. Ha llegado la «desescalada» por fases. Y hemos descubierto varias cosas:
1) que el peligro y el drama no ha terminado, porque el virus está ahí, no hay aún vacunas y lo único que podemos hacer es prevenir o procurar que no haya más contagios, mediante autoprotección y distanciamiento.
2) que tenemos «La obligación moral de tocar fondo» y llegar hasta donde haya que llegar, porque como reconocen profesionales, como Fátima Brañas se debería reflexionar «sobre la concepción utilitaria que nuestra sociedad tiene de las personas y cómo con ello se cae en la tentación de despojar de su identidad individual a nuestros mayores. A demasiados les ha arrebatado la vida, y lo ha hecho de forma cruel, en soledad. Si en algo hay consenso en esta sociedad persistente en la división, los bandos y la confrontación estéril es en que la Covid-19 se ha cebado con los mayores». La mayoría de las personas que nos han dejado han sido personas de más de 70 años, a las que se ha despojado de identidad individual, se las ha convertido en números.
3) Hace ya bastantes años, el escritor Antonio Gala, adelantándose a los acontecimientos de forma clarividente escribía y predecía: «el mayor pánico que sienten hoy los hombres no es a las fuerzas de la Naturaleza, a las epidemias irremediables, o a la miseria, es a los otros hombres«.
Es hora de poner los focos y el punto de mira, en los humanos, sean del color que sean, tengan poder institucional o sean ciudadanos de a pie. Por eso, aún en estado de alarma, se seguía hablando de «prevenir aglomeraciones y de algo que no deberíamos olvidar, de responsabilidad cívica«, según el Dr. Santiago Moreno, que ha pasado tres pandemias en 59 años, que ha contado su paso por la UCI por el Covid 19 y es el Jefe de Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal.
4) Una imagen o varias ¿sirven para algo?
Hasta hace poco, se decía que una imagen valía más que mil palabras. Vean las imágenes, de Barcelona, Berlín, Bruselas, Copenhague, Londres, Madrid, París y si hablan por sí solas, ¿qué les dicen? ¿Hemos aprendido a comportarnos, después del confinamiento, después de casi 500.000 personas fallecidas? ¿Nos acercamos a la normalidad o volvemos al principio de la manipulación?
5) Las Vidas Negras Importan (Black Lives Matter). ¡Siempre! ¡Seguro!
Puede verse en mi Facebook que el día 2 junio había manifestado mi repulsa contra la muerte de George Floyd.
El 7 de junio, saltó a las calles de Estados Unidos y de Europa, el fantasma del racismo, que puso de manifiesto «la irresponsabilidad cívica, la hipocresía social y la doble vara de medir» por parte de los gobiernos. El lema o slogan era ese. ¡Justicia!
La pregunta es: Do White Lives Matter Too? ¡Pues claro! Pero a veces se olvida, porque abusos policiales o paramilitares, en México, Centroamérica y en Suramérica, hay cientos. En otros lugares, también. ¿Han salido, por esas otras vidas, a protestar y manifestarse, fuera de su país?
En España, debido al estado de alarma -en el que estamos- no se habían permitido manifestaciones multitudinarias, ni en Europa. Según las autoridades, fueron convocadas en las redes sociales por Comunidad Negra Africana y Afrodescendiente, ante la embajada de Estados Unidos, en memoria de Floyd.
Lo cierto es que era imposible que guardaran la distancia de seguridad para evitar nuevos contagios, por la cantidad de manifestantes,-según la policía- porque además, se movieron, hasta la Puerta de Alcalá y luego hasta la Puerta del Sol, ante la pasividad policial.
Pero…¿Quién está detrás? «Empezamos conectado a la gente a través de las redes para llevar la acción a las calles», contó Garza, una de las fundadoras de Black Lives Matter, a la radio pública NPR. Seis años después, lejos de ser un movimiento espontáneo, ya cuentan con una estructura organizada formada por una red«, para convocar, movilizar y manipular.
6)¿Qué ha cambiado el 7 J?
Lo que ha cambiado es el criterio. Nada y todo. El criterio para convocar y la vara de medir. No se pueden cambiar las reglas de convivencia social, a conveniencia, o según vaya el partido. En Madrid, la concentración (convocada en las redes sociales por Comunidad Negra Africana y Afrodescendiente) autorizada de 200 participantes frente a la embajada estadounidense se convirtió en una manifestación de unas 3.000 personas, según las autoridades.
La gran afluencia hizo imposible que los participantes guardaran la distancia de seguridad para evitar un posible contagio de coronavirus. Solo ante la embajada, según fuentes de la Delegación del Gobierno español en Madrid, se habían concentrado unas 2.000 personas, que finalmente decidieron caminar hasta la Puerta del Sol, donde guardaron un minuto de silencio agachados en memoria de Floyd. La pasividad policial contrastaba con el despliegue ordenado por la Delegación del Gobierno en Madrid en otras calles de la capital, solo días antes.
Un amigo bloguero Noxeus, comentaba con la sensatez habitual lo que ha sucedido después del frenazo, y dice, «Demasiada prisa detecto en el ambiente».
Si sigue siendo verdad el principio de la sabiduría oriental de que «cuando el alumno está listo, el maestro llega», hay que hacerse la pregunta: ¿Estoy, estamos preparados para que el Maestro, la sabiduría, la solución a la Covid 19 llegue?
La actriz Rosa María Sardá, que nos ha dejado recientemente nos dejaba un pensamiento de esperanza, quizá «no todo esté perdido si de verdad alguien pone hilo a la aguja, si de verdad arrimamos el hombro. No todo está perdido si de verdad fuésemos un país unido y solidario».
Ahí está la clave: ¿lo somos?
José Manuel Belmonte