Hoy, el acto central de las fiestas: el desfile de carrozas. Como ya viene siendo la tónica de años anteriores, ejecución desigual en las obras, esmerándose algunos hasta en los detalles más pequeños, resolviendo aseadamente otros, un mínimo para poder desfilar. Cumpliendo todos, siquiera lo justo, que tampoco es cuestión de amargarse la existencia para que otros se cuelguen medallas.
Fotografía de David Pérez Merino
También se comentaba en los corrillos que ha habido menos espectadores que en ediciones anteriores en el recorrido del desfile, una percepción que se repite en los últimos años. Como es lógico, tras los últimos sucesos ocurridos en otras ciudades y atendiendo a los niveles de alerta, se incrementaron las medidas de seguridad por parte de las autoridades, algunas visibles y otras más discretas.
Ya avanzada la madrugá, asistimos al encierro de cebras y toros de fuego, para lo que hubo que taparse con el pañuelo por si los bichos contaban con tecnología de reconocimiento facial y les daba por embestirte. No pasó nada.