He pasado el fin de semana en Tarragona, en el bonito pueblo de la Selva del Camp. Una de mis tareas en VOX es organizar y dirigir la Escuela de Verano. Diseñamos talleres y conferencias que intentan contribuir a conseguir un VOX más coordinado, más efectivo, con más estrategias y técnicas de reunión, de debate, de comunicación, de oratoria y de gestión política dentro de los municipios. El Campus estuvo impregnado de ideas, de debates, de pasión y de verdades desgarradoras y por supuesto de educación, de juventud y de la verdadera y necesaria esencia de la reforma de la constitución.
Nuestro fin de semana, allí en Tarrgona, tuvo una fragancia a libertad, a compañerismo, a patriotismo, a valentía. No es fácil ni es barato sostener estos valores y que se beba de estos postulados en los tiempos que corren y en el rincón español donde desarrollamos nuestro Campus. En esta parte de España, nos encontramos con lo que yo llamo “ladrones de sueños”, son esas personas que quieren impedir a toda costa que cumplas tus sueños. En ocasiones recuren al miedo, al chantaje, a la amenaza, al mensaje del odio. Son personas especializadas en hacer fracasar todo lo que huele a libertad. Acosan y agreden cuando no aceptas sus exigencias o no te rindes a su miedo y a sus escenarios de odio radical.
Los CDR, en un intento estéril de boicotear el Campus de VOX, lanzaron consignas más típicas de los años negros en el País vasco y señalaban a los asistentes como si fueran los judíos de la Alemania nazi de los años 30. Las frases que lanzaron como “pim, pam, pum, que no quedi ni un” (pim, pam, pum, que no quede ni uno), o bien gritando consignas al antiguo grupo terrorista Terra Lliure “Visca, Visca, Visca Terra Lliure” (Viva, Viva, Viva Tierra Libre) son una clara muestra del radicalismo que han mostrado hacia VOX. Durante toda la semana estuvieron en los alrededores del Hotel, rompiendo cerraduras, taponando alcantarillas, tirando huevos y bombas de pintura, poniendo lazos amarillos e incluso carteles amenazantes para invitar a los comerciantes y distintas asociaciones a echarnos del pueblo; incluso asistieron a un pleno municipal a pedírselo al alcalde y presionar de esa forma a los vecinos para secundar su vandalismo y de hacer una concentración delante del hotel durante la inauguración del campus.
Durante todo el fin de semana en Tarragona convivimos entre abundante material explosivo, entre amenazas con motosierra en mano y barras de metal; durante el día y la noche. La presencia de los Mossos de Esquadra y la seguridad privada de VOX impidió que el acoso pasase a más. Estas personas son expertas en crear escenarios de enfrentamiento y en intentar violar la seguridad física de los asistentes y el libre desarrollo de actos en los que huele a frescura, a libertad, convivencia, a concordia entre españoles, a España y a patriotismo. No podemos permitir que, ni estos ni nadie, nos roben nuestros sueños, nuestra libertad, nuestro país, España. No podemos darnos por vencidos tan fácilmente, no podemos descuidarnos. Ellos ponen todos sus mecanismos en tu contra para imponerse, para que no levantes la cabeza ni la voz y para que no pongas en evidencia el mal olor que sale de sus ideas, de sus acciones y de su continua provocación de miedo a los demás.
Nuestra dignidad, allí en el Campus, estuvo por encima de todos esos miedos y fue pilar y motor para hacer frente a todos estos chantajes de miedo con los que convivimos durante todos los días que estuvimos en la Selva del Camp, en Tarragona. Con dignidad y valentía es la mejor manera de hacer frente a estos que intentan tener a una sociedad asustada y con miedo para hacer de ella lo que quieran e imponer su ideología y sus procesos golpistas. Ahora son momentos de resistir, de no callar, de no claudicar a su miedo, de impedir que nos roben nuestros sueños.
No quisiera terminar esta crónica sin agradecer al hotel la Selva y a su grupo Hotusa la valentía, la entereza y la dignidad mantenida ante las presiones de este grupo generadores de chantajes, miedos y amenazas que son los CDR. Es la hora de los valientes y de salir de ese silencio que tanto daño ha hecho y hace.
A menudo, cuando vemos las cosas en su propio entorno, nos damos cuenta de la gravedad de lo que está ocurriendo. El ver y escuchar a esos niños del pueblo, que venían a visitarnos contándonos que les bajan un punto en la nota porque no marcaron Cataluña como país distinto a España o a esa madre matriculada en el Campus y con su hijo al otro lado apoyando a los CDR; cuando ves eso, te das cuenta de la gravedad de lo que pasa allí y de que España necesita moverse y salir a la calle para reclamar su libertad y ser dueña de su destino y de su historia.
Un fuerte abrazo y feliz verano.
Antonio de Miguel Antón.