Hace muchos años decidí liberarme de las cadenas del culturetismo y manifestar mis preferencias aunque sean tachadas de estupideces y yo parezca poco cultivado.
En Twitter hace unas semanas alguien me llamó analfabeto de cine porque no me había gustado la última peli de Richard Linklater.
Por supuesto, bloqueé a este individuo, que no se merece respuesta alguna. Una cosa es discrepar y otra es insultar.
Pero con esto se comprueba que hay una especie de corriente dogmática cultural en la que si no amas 2001: A Space Odyssey o no adoras a Linklater eres un inculto, un espécimen indigno de respirar el mismo aire que una persona intelectual y bien formada.
Hace unos meses, cuando afirmé que Bruce Willis era uno de mis actores favoritos, en el Taller de Cine de Azuqueca de Henares, se despertaron gestos de desaprobación y desprecio junto con alguna risita.
Como decía Clark Gable en Lo que el viento se llevó: “sinceramente querida, me importa un bledo».
En las entrevistas de Guadalajara de Cine disfruto mucho oyendo las opiniones de personas aficionadas al cine que no son cinéfilos oficiales y desprecian Ciudadano Kane y les gusta Grease o Bamby.
Muchas veces me dicen: “tienes que invitar a fulanito o menganito, que sabe una barbaridad de cine, que ha visto pelis muy raras“. Pues eso me inspira menos que entrevistar a gente corriente, con sus filias y sus fobias de personas normales, que aman el cine y se expresan sin complejos sobre sus preferencias.
A lo que iba. Bruce Willis es uno de mis actores favoritos, pero con la voz del actor de doblaje Ramón Langa. Estos dos actores componen un personaje para mí perfecto.
El bueno de Bruce nunca entrará en el círculo cultureta, es un héroe de acción, ha protagonizado éxitos comerciales y películas sumamente divertidas todo eso es veneno para un cultureta de pro, un cultureta como Dios manda.
Willis en El justiciero compone, magníficamente, un personaje defraudado con la sociedad en la que le ha tocado vivir, un buen hombre, un buen cirujano que salva vidas sin importar si son buenas o malas personas, como debe ser.
Su depresión, su duelo lo va a superar gracias a que decide tomarse la justicia por su mano. Eso le hace sentirse mejor.
Bruce está perfecto en ese papel de hombre frustrado que intenta hacer el bien, que busca la justicia y la redención personal.
Además la peli incluye la polémica que se crea en la sociedad ante estos hechos, cuestión que se echa de menos en muchas pelis de super-héroes.
Eli Roth sabe componer una peli equilibrada con potentes escenas de acción, violencia, incluso gore, con otros momentos más relajados que permiten al espectador descansar. Hay pequeños toques de humor que se agradecen.
El conjunto resulta muy entretenido y ver a Willis, a sus 63 años, en plena forma es un placer.
Hay que agregar que es un remake de El justiciero de la ciudad de 1974, dirigida por Michael Winner y protagonizada por Charles Bronson.
Mi puntuación: 7,89/10.
Muchos besos y muchas gracias.
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Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
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