Decía Leonardo Da Vinci que «el agua es el vehículo de la naturaleza«. El 22 de marzo, se celebra anualmente el día del agua. Pero además, el agua, posibilita la vida y de una forma o de otra es común para todos los seres vivos. En el caso de los humanos, la mayor parte del cuerpo está compuesto de agua. El porcentaje varía en función de factores como la edad o el sexo. Los bebés recién nacidos tienen entre el 70 y el 80% de agua y luego va bajando hasta la edad adulta. Pero el porcentaje es diferente:
Entre el 80% y el 90% de la sangre es agua.
La piel contiene entre un 70% y 75% de este líquido.
El corazón, el hígado y los riñones, entre el 70% y el 80%.
Los pulmones, alrededor del 85%.
Los huesos contienen un 22% de agua.
Los músculos, entre un 70% y 75%.
El cerebro está formado por agua en un 75-85%.
El tejido graso presenta un 10%.
Los ojos están compuestos de agua en una proporción de 90-95%.
A veces las coincidencias son varias y lo recuerdan.
La Vida que nos lleva, cuando quiere, suele invitar a salir a la Naturaleza. ¿Qué impulsa a hacer una escapada al Alto Tajo, en plena pandemia? Tal vez una simple corazonada, pero hay mucha historia, por donde pasamos o ella pasa por nosotros.
«Todo estaba dispuesto, aunque nadie lo supiera, porque la vida no avisa«; comenzaba José Luis Sampedro su novela, que lleva por título » El río que nos lleva» y que algunos conocen porque fue llevada al cine y está ambientada sobre todo en el alto Tajo.
No siempre se vive cerca del lugar que un escritor escogió para enmarcar su novela, o recordar el paso de El Cid y sus mesnadas, por estas tierras dela Comarca de Molina, el Alto Tajo y el propio Parque Natural. Según H.Casado: «Cuando el propio Rodrigo Díaz pasó por el Señorío, acampó en diversos lugares de los que ha quedado recuerdo en la zona, tanto en el sustrato legendario como en la toponimia«.
Así que la naturaleza y la historia del Señorío de Molina, han estado ahí, antes que llegaran los protagonistas de la novela y la película.
Nosotros atravesando Cifuentes, dejamos atrás la Nuclear de Trillo y seguimos hasta la confluencia del Rio Gallo con el Tajo para recordar desde el Puente de Sampedro, a los gancheros y subir luego hasta Molina de Aragón.
Es cierto que Sampedro es más conocido por «La sonrisa etrusca»; pero en esta novela el río Tajo y el paisaje eran claves. De hecho transcurre por tierras y pueblos de Guadalajara, que el autor conoce bien. Por eso conduce al lector en su aventura literaria, por rincones casi desconocidos, un paisaje impresionante y pueblos casi abandonados de la España profunda, que en la década de los 40, se desangra y fluye. Sus protagonistas, «los gancheros», aprovechaban la corriente del río, para llevar los árboles cortados, hasta el Real Sitio de Aranjuez.
Durante 5 siglos, los gancheros de la Serranía de Guadalajara, condujeron por ese río los troncos hasta las factorías madereras de la histórica ciudad madrileña.
Hoy ya no existe esa profesión, pero cada año, se homenajea de forma festiva, aquel oficio de gancheros, con una fiesta rotativa que organiza la Asociación de Municipios Gancheros del Alto Tajo. Reúne a cientos de personas, el primer fin de semana de septiembre, convocadas cada año por uno de estos pueblos enclavados en el Parque Natural del Alto Tajo: Peralejos de las Truchas, Taravilla, Poveda de la Sierra, Peñalén y Zaorejas.
En el Puente de Sampedro, el Tajo recibe las aguas importantes del Rio Gallo que baja desde tierras molinesas. Un paseo que aunque repetido es para disfrutar y sorprenderse.
Finalmente, Antonio del Real en 1989, pensó que la obra «El Rio que nos lleva» merecía los honores de la gran pantalla. Lo hizo realidad, con un reparto en el que figuraban entre otros Alfredo Landa, Fernando Fernán Gómez, Eulalia Román, Toni Peck (hijo de Gregory Peck), Santiago Ramos y Mario Pardo, etc. Hoy es recuerdo.
José Manuel Belmonte