Cuenta la relación entre el pintor y escultor suizo Alberto Giacometti con el crítico de arte y escritor norteamericano James Lord.
Se podría decir que es el relato de un cuadro que tardó semanas en ser pintado.
El artista no podía concentrarse y posponía la pintura día tras día.
Y escena tras escena volvemos a ver lo mismo. Una y otra vez. En una especie de bucle que termina siendo insoportable.
Geoffrey Rush interpreta bien al artista torturado e incomprensible, que resulta más despreciable que admirable.
En conjunto es un coñazo que me invitó más que a la reflexión al sueño profundo en más de una ocasión.
Stanley Tucci llevaba diez años sin dirigir una peli. Espero que pasen los mismos hasta la próxima.
Mi puntuación: 2,02/10.
Muchos besos y muchas gracias.
Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
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