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“La leyenda del tiempo” (Así que pasen cinco años), de Federico García Lorca: ‘El enigma del vivir’

Dentro del teatro último de Lorca, que la crítica ha dado en llamar por su dificultad intrínseca “teatro Imposible”, El  Público, Comedia sin título, Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín y Así que pasen cinco años, es quizá ésta última pieza la más hermética y laberíntica de todas, aquella en que se hace más vehemente y perentoria la indagación acerca de los grandes enigmas que preocupan al hombre contemporáneo y a nuestro dramaturgo en particular: el misterio del Amor, el de la Vida y el de la Muerte (las tres “heridas” del Cancionero y romancero de ausencias, de Miguel Hernández); al que yo añadiría el enigma de la poesía, el privilegiado sentido del idioma del que se sirve el creador para sortear las trampas del tiempo, bucear en los profundos misterios de la existencia y tratar de descifrarlos.

 La obra no se articula en un argumento de tipo convencional, aunque hay una mínima trama que actúa como sustrato sobre el que discurre el caudaloso río de imágenes del subconsciente, expresión última del convulso mundo interior del poeta, de sus inquietudes de su angustia y de su frustración.

El protagonista es el Joven, que tras esperar cinco años a su prometida, La Novia, a la que apenas conoce, descubre, en el reencuentro, que no le ama y que se fuga con un jugador de rugby (representado aquí bajo la forma de un culturista “mudo” que hace ostentación de su musculatura y de su virilidad). También es rechazado por una segunda mujer, la Mecanógrafa, que le ama de verdad. Desairada al principio, cuando el Joven vuelve a ella, le emplaza también  “… así que pasen cinco años”. A esto sigue uno de los pasajes más hermosos y más trágicos de la pieza, el encuentro del Joven con el Maniquí del traje de novia, quien mediante la portentosa alquimia del verso lorquiano instruye al Joven sobre las razones de su fracaso amoroso (“Mientes. Tú tienes la culpa/ …/pudiste ser un relincho/y eres dormida laguna/con hojas secas y musgo/donde este traje se pudra. …/¿Por qué no viniste antes?/ella esperaba desnuda/como una sierpe de viento/desmayada por las puntas/ …) Por fin  El Joven  regresa, como de un viaje o sueño poblado de pesadillas, a su casa. Allí le esperan tres jugadores de cartas, para jugar con él la partida “definitiva”; un impactante final en el que un puño asesta el golpe de gracia a un gigantesco naipe que resulta ser el As de Corazones.

Como en el resto de las obras mencionadas, Lorca continua su proceso de experimentación con el lenguaje poético sirviéndose de una imaginería de corte surrealista que el montaje acierta a revelar con bastante acierto y que se plasma en cuadros de una belleza perturbadora, tributaria de las películas de Buñuel o de los grandes artistas plásticos de la época: los toros de Picasso, las figuras de bustos romanos de escayola ensangrentados de Magritte, o los maniquíes de Gregorio Prieto. La solitaria biblioteca en penumbra, las voces en off, el eco y las reverberaciones contribuyen a crear ese espacio irreal, como de ensueño, en el que se desarrolla la acción, una atmósfera marcadamente onírica y opresiva que nos retrotrae a Maeterlink.

Ocasionalmente resulta redundante la presencia de elementos plásticos que vienen a corroborar con imágenes el sentido de muchas réplicas de los personajes, pero hecha esta salvedad, hay que aplaudir, como ya he dicho, la acertada y en ocasiones libérrima interpretación plástica del universo simbólico del dramaturgo  que llevan a cabo los responsables del montaje Darío Facal y Carlota Ferrer, esta última en el diseño del movimiento escénico y de inspiradas coreografías que proporcionan un plus de vitalidad, dinamismo y voluptuosidad a muchas escenas, plasmación, en algún caso, de vívidas fantasías eróticas.

Algunas escenas, como la del encuentro del Joven con la Novia a solas en el acto segundo, mientras el Padre se quita de en medio para observar un eclipse con su catalejo, inclinan el tono del montaje hacia el lado de lo cómico, y esa vocecita chillona, el desenfado y el mohín de niña traviesa de la Novia mitigan la crueldad del rechazo, pero en general en la obra predominan los tintes sombríos, en las bromas del Payaso y del Arlequín o en las del Amigo, que se pavonea de sus conquistas, cuando no el intenso dramatismo que trasmite la impotencia del Joven para enfrentarse a la realidad del presente y consumar sus deseos y que da lugar a escenas realmente conmovedoras.

Gordon Craig, 28-XII-2019

Ficha técnico artística:

Autor: Federico García Lorca. Dramaturgia y adaptación de. Carlota Ferrer y Darío Facal.

Con: Diego Cabarcos, Carmen Climent, Conchi Espejo, Joaquín Fernández, Tony Galán, Selam Ortega y Alicia Pérez.

Escenografía: María de Prado.

Vestuario y coreografía: Carlota Ferrer.

Diseño sonoro: Álvaro Delgado.

Dirección: Carlota Ferrer y Darío Facal.

Alcalá de Henares.

Corral de Comedias. 27 y 28 de diciembre de 2019.

Acerca de Gordon Craig

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