El Día de la Madre, aunque cada país tiene su fecha preferida, es una fecha muy importante. Solemos aprovechar esa fecha para agradecer y homenajear a la que nos trajo al mundo. En España, se celebra el primer domingo de mayo. Tiene cierto tinte comercial, pero sobre todo es un día volcado en agradecer a quien nos dio el ser y que cada día se desvela por todos y cada uno.
Este año, después de tantos días encerrados en casa, seguro que nos ha dado tiempo de pensar en la madre que cada día nos ofrece generosamente lo mejor de sí misma. Pero también en ocasiones la gran olvidada, aunque más necesaria de lo que imaginamos.
– Es que tenemos muchas cosas en qué pensar y sobre todo estamos preocupados. Ah sí, ¿de la abuela?
¡No! Preocupados y esperanzados estamos la mayoría, por el presente y por lo que se nos viene encima; por el virus, la pandemia y el futuro nuestro y de la Humanidad.
1) La clave es lo que se ha dejado de hacer.
Con ser importante lo que en estos meses se ha hecho, no hay que ocultar los errores.
Algunos piensan que esta pandemia al igual que otras, solo sucede cada100 años. Otros un poco más escépticos, piensan que últimamente se están repitiendo enfermedades parecidas cada poco, como el Sars, el Mers, el Ébola, el Zika, Covid-19, -que puede además dar lugar a nuevos patógenos potencialmente graves-, y pueden ser fruto de equivocaciones humanas sobre la Naturaleza y nuestra relación con ella.
Investigadores y pensadores ponen en evidencia que no hay casualidades, y que todo sucede por algo. Así, el investigador Fernando Valladares del CSIC, estudia los cambios climáticos en los ecosistemas terrestres. Para él la degradación a que se está sometiendo a la Tierra tienes consecuencias, y el virus es parte del ecosistema
Su investigación y en sus discursos aborda los impactos de los cambios climáticos en los ecosistemas terrestres, y durante la pandemia ha lanzado una serie de vídeos y artículos tremendamente llamativos, poco habituales en la prensa. Su punto de vista y su premisa es que el virus es parte del ecosistema.
En estos momentos, más de la mitad de los habitantes de la Tierra, estamos confinados en nuestros hogares por el coronavirus, COVID-19, que ha desencadenado una pandemia que está batiendo todo tipo de records sanitarios, biológicos, económicos y, sobre todo, sociales y emocionales. Con otras palabras, el virus ha lanzado un desafío mundial a nuestra forma de interactuar con la Naturaleza, la mayoría de las veces de espaldas a ella.
El miedo y el parón social que ha provocado, nos ha confinado, ha provocado que se haya producido una limpieza ambiental y que las personas, más que en salir corriendo, pensemos qué estamos haciendo a la Madre Tierra y a la Biosfera.
El ser humano, en la era de la globalización, se mueve continuamente y utiliza recursos que muchas veces degradan y provocan situaciones descontroladas y devastadoras tanto en los continentes como en los océanos.
La zoonosis es la enfermedad infecciosa que se transmite de forma natural de animales a humanos. Suele ser por exposición directa o indirecta a los animales o productos derivados de ellos y su manipulación.
Ese contacto directo, antes era local. Pero los humanos viajamos y hacemos que viajen las cosas que hacemos o manipulamos. Y los patógenos dejan de ser locales, viajan y contagian a distancias y velocidades inimaginables. La contaminación atmosférica, la desforestación como obra humana, los incendios y el polvo del desierto, son grandes aliados de los virus y de la propagación de enfermedades hacia los humanos. Y llega lo terrible…el contagio, una vez llega al ser humano, puede transmitirse de unos humanos de a otros.
Es probable que el virus se haya originado en un murciélago. Puede haber estado en él mucho tiempo y haber evolucionado y mutado a otras especies animales, pero no sabemos a cuantas ni cuales han sido, aunque puedan tener parentesco filogenético. Y lo que es seguro, el animal o animales que producen la zoonosis, no han buscado acercarse a los humanos, para contagiarles. Puede añadirse más: «en muchos de los casos, el animal es infeccioso porque lo hemos fastidiado«. Tal vez hemos roto la cadena trófica, es decir, la corriente de energía, defensa y nutrientes, que se establece entre las distintas especies de un ecosistema.
Para este experto biólogo, el gran problema actual de la humanidad es que los seres humanos “nos concebimos como algo diferente y separado de eso que llamamos medio ambiente, naturaleza o biosfera”. “Somos inmensamente ciegos a la hora de ver que todo lo que hacemos al resto de la biosfera se lo hacemos a nuestra salud, a nuestra economía, a nuestra sociedad (…) ¿Cómo podemos pensar que destruir los ecosistemas y sobrexplotar los recursos no va a tener consecuencias profundas en nuestras vidas?”
Considera así que la pandemia del coronavirus, como el 70% de las enfermedades emergentes de los últimos 40 años, las estamos provocando los humanos. “La culpa no es de murciélagos o pangolines, sino de nuestros nuevos hábitos globales en medio de una naturaleza simplificada y empobrecida, que no puede cumplir con nuestra protección, ahora que tanto la necesitamos”.
“Vivimos de espaldas a la naturaleza, pero nuestra salud depende de ella mucho más de lo que pensamos. Vendrán más virus y no habrá sistema sanitario que pueda contenerlo. Solo una naturaleza rica y funcional, con los adecuados niveles de biodiversidad, podrá regular y amortiguar los impactos de las futuras zoonosis en la humanidad. Si realmente aspiramos a un mundo más feliz, si nos proponemos mejorar nuestro bienestar y el de las generaciones futuras no tenemos más remedio, no existe otra alternativa, que conservar, restaurar y mimar los ecosistemas que nos rodean, asegurándonos de no dejar a ninguna especie fuera”.
La Pachamama es un concepto que procede de la lengua quechua. Pacha puede equivaler a «mundo» o «Tierra», mientras que mama equivale a «madre». Por eso, para ciertas etnias andinas, es la Madre Tierra. Así lo entienden casi todas las naciones de Suramérica. Sin el carácter sagrado que ciertos pueblos le atribuyen, la Madre Tierra, es la Naturaleza entera, necesaria y a veces olvidada. Se debe admirar y respetar cada día. Celebrar el día de la Madre, sin recordar a la Madre de todos y de todo no tiene sentido.
Se han hecho muchos esfuerzos para intentar curar a los infectados, pero no todos son logros. A pesar de la aparente curación de ciertas personas, las dudas sobre la inmunidad, son constantes. No podemos olvidar que hasta el 11 de abril, en España, había más de 25.000 sanitarios infectados. Lo que es una tragedia para el país, porque el valor y la dedicación de los sanitarios, en esta crisis está siendo excelente, o mejor «espectacular», según el paciente de 30 años, Miguel Lillo, del hospital Provincial de Toledo.
Pero atención, parece que hay reinfectados. ¿Pueden ser o volver a ser transmisores de la infección del COVID-19 ? Un médico madrileño,Jacobo Cabañas, oncólogo quirúrgico del MD Anderson Cáncer de Madrid, (jefe de sección del Servicio de Oncología) en el Hospital Universitario Ramón y Cajal es un ejemplo de esa incógnita, y de que se necesita mucha investigación científica, sobre el tema.
2) Aviso del Comité Internacional de Bioética (CIB) y la Comisión Mundial de Ética del Conocimiento Científico y la Tecnología (COMEST) de la UNESCO, París 6 de abril de 2020.
El esfuerzo de las distintas naciones en términos sanitarios, Valladares lo califica así: «estamos ante un gran fracaso«. Aunque se haya empezado la primera fase de desconfinamiento, no puede pasarse por alto la recomendación , porque es pertinente.
No se puede olvidar que la UNESCO, a través del Comité Internacional de Bioética y la Comisión de Ética, ha hecho una llamada de urgencia para una lucha global, trascendiendo las fronteras políticas y geográficas, así como las diferencias culturales, con el fin de centrarnos en nuestra necesidad común para superar esta pandemia, resalta lo que debe hacerse y cómo. A continuación extractamos algunos puntos claves:
1) «La convicción de que las decisiones políticas deben tener un fundamento científico, además de inspirarse en la ética y guiarse por ella».
2) «Las políticas que no se basan en conocimientos y prácticas de carácter científico y sólido no son éticas, ya que van en contra del esfuerzo por generar una respuesta común a la pandemia».
3) «La forma en que se asignan los recursos en el ámbito de la sanidad y el acceso inadecuado a la atención sanitaria son el centro de numerosos problemas. Los Gobiernos deben otorgar una importancia primordial en sus programas a la asignación de recursos y a reforzar los sistemas de sanidad públicos. Sin embargo, esto puede requerir una coordinación internacional…En el caso de la selección de pacientes cuando hay escasez de recursos, debe primar la necesidad clínica y la efectividad del tratamiento. Los procedimientos deben ser transparentes y respetuosos con la dignidad humana. Los principios éticos consagrados en el marco de los derechos humanos reconocen la protección de la salud como un derecho de cada ser humano».
4) «Las personas vulnerables quedan en una situación de aún mayor vulnerabilidad durante una pandemia. Es de especial relevancia tener presente la vulnerabilidad relacionada con la pobreza, la discriminación, el género, las enfermedades, la pérdida de autonomía o de funcionalidad, la edad avanzada, la discapacidad, el origen étnico, el encarcelamiento (presos), la migración indocumentada y la condición de refugiado y de apátrida … y el reconocimiento de nuestras responsabilidades colectivas en materia de protección de las personas vulnerables y la necesidad de evitar toda forma de estigmatización y discriminación, tanto verbal como física…También deben adoptarse otras medidas para hacer frente al estrés psicológico provocado por la ansiedad pandémica y los efectos del confinamiento»
Y 5) La información publicada por los políticos, científicos, autoridades y medios de comunicación debe ser oportuna, precisa, clara, completa y transparente.
3) Las decisiones actuales tendrán repercusión en el futuro.
Curiosamente lo que la UNESCO recomienda a través de la Declaración de los Comités antes citados, las he visto reflejadas, en uno de los pensadores más relevantes del siglo XXI, el israelí Yuval Noah Harari. que además de historiador es filósofo, profesor y escritor.
Con solo 44 años, es conocido en España desde hace años. Sus opiniones han influido a algunos de los dirigentes políticos y económicos internacionales, como Barack Obama, Bill Gates, Emmanuel Macron, Mark Zuckerberg o Angela Merkel. El mayor peligro que ve el escritor israelí, ante la crisis actual, es la falta de un liderazgo político global.
En España, sobre el tema, hay un artículo publicado originariamente en catalán en VilaWeb, una editorial online en Cataluña y firmado por Pablo Duer, y reproducido en el Blog cultural de mi amigo Noxeus: «Qué dice Yuval Noah sobre esta crisis».
Pero hay también una entrevista concedida a I.Gabilondo: Volver para ser otros: Yuval Noah Harari – Episodio 4 | #0 del 17 abr. 2020. Pueden verlo en el video adjunto. Su pensamiento, evidentemente es el mismo en ambos casos.
Preguntado por las consecuencias de la crisis del coronavirus, respondió: » Primero, que a la hora de afrontar esta crisis hay muchas opciones, no una sola y, el segundo, que las decisiones que tomemos tendrán un impacto durante años y décadas y reconfigurarán el planeta. Mi preocupación principal es que, a causa de consideraciones a corto plazo, la gente tome decisiones equivocadas cómo, por ejemplo, encarar la crisis implantando regímenes autoritarios o incluso totalitarios, en vez de dar poder a los ciudadanos. O que haya estados que apuesten por el aislacionismo y sigan intereses nacionalistas, cosa que tendría consecuencias terribles para el mundo una vez acabada la crisis. Lo que hagamos el próximo mes o los dos meses próximos cambiará el mundo durante años o incluso décadas«.
«Creo que hay una cosa importante que es ver si conseguimos luchar unidos, como Humanidad. Por ejemplo, estableciendo un sistema mundial de producción y distribución de equipación médica, en que algunos países empleen recursos para producir respiradores y medicamentos y después los distribuyan de manera justa, en vez de que los países ricos monopolicen los recursos y no quede nada para los pobres. Si lo conseguimos, esta crisis podría dejar un legado de solidaridad, confianza y cooperación que nos ayudaría mucho a luchar con otras crisis en el futuro. Pero si acaba predominando una competencia egoísta y nacionalista entre países para conseguir tanto como sea posible para sí mismos sin que los otros importen, dañando la eficiencia en la producción y resultando en una distribución no equitativa de los equipamientos, esto dejaría un legado tóxico, que podría afectar las relaciones internacionales durante muchos años«.
Para seguir pensando y analizando las decisiones que se tomen a nivel nacional e internacional. Ya no se trata tanto del virus sino de la gestión política y social de la crisis que ha provocado. La Madre Naturaleza, también estará expectante, no lo olvidemos.
Y, para no caer en el olvido: ¡Felicidades a todas y cada una de las madres, se encuentren donde se encuentren, que nos han dado el ser que tenemos.
José Manuel Belmonte.