Un paseo por la ciudad nos proporciona enseguida algo en lo que fijarnos a nivel del suelo y de las plantas bajas, con sus escaparates, sus portales monumentales, sus decoraciones y otros detalles que vayamos encontrando. Un poco más arriba tenemos cornisas, balcones forrados de hierro y cristal, cariátides y frisos. Pero lo más alto de los edificios también alberga sorpresas, como la curiosa “flora” de antenas que puebla las azoteas.
Texto y fotografías de Juan Pedro Esteve García
En los orígenes de la televisión (1956 para el caso de España, aunque hubo transmisiones experimentales en los años 40) cada vecino subía a la azotea a montar su antena individual. Esta costumbre era bastante dañina para la estética urbana, pues se generaban verdaderos “bosques” de antenas que dañaban la vista, sobre todo en los barrios del casco histórico. En la década de 1980 se fueron imponiendo las antenas colectivas (una por finca) pero algunas casas todavía mantienen las antenas individuales, como estas de la calle de Bravo Murillo (foto superior) y Calvo Asensio (inferior).
Las antenas colectivas suelen estar formadas por un mástil sobre el que se montan hasta cuatro antenas distintas. Una de ellas es la de la banda de VHF, reconocible por su gran tamaño, aunque es una tecnología heredada de los años 50 y hoy en decadencia. Bajo ella van una o dos antenas de UHF, con su característica forma de “peine” de muchos elementos. Cuando hay dos es que una va orientada a Torrespaña y otra a otro centro emisor. Finalmente, las antenitas pequeñas en forma de aro que se ven en otros edificios están destinada a la banda de radio de FM, la de más uso de radiodifusión en zonas urbanas hasta que algún día despegue definitivamente el sistema europeo DAB (en funcionamiento en Madrid desde hace años, pero al que no se ha dado casi difusión).
La forma de los “peines” de UHF se debe a experimentos hechos en Japón por los ingenieros Hidetsugu Yagi y Shintaro Uda, por lo que se las conoce como antenas Yagi-Uda o simplemente “antenas Yagi”. El elemento principal de la antena lleva un “reflector” por detrás y multitud de “directores” por delante, con lo que se aumenta la ganancia de recepción. En este diseño se basan también las antenas de VHF, aunque por razones de espacio solamente hay un elemento director.
La fórmula Yagi se extiende también a antenas que no son de UHF ni de VHF, sino de HF, lo que popularmente conocemos como “onda corta”. Las usan los radioaficionados y en vez de ser fijas pueden orientarse por medio de un rotor, controlado desde el cuarto de radio del operador por medio de cables y una aguja indicadora que se mueve por una especie de rosa de los vientos con los 360 grados de ángulos posibles.
Otros radioaficionados optan por la solución de las antenas verticales, cuyas dimensiones varían según la longitud de onda empleada. Pueden ser de menos de medio metro de alto (UHF) o de casi una decena de metros (HF). Estas últimas son algo vulnerables a los vientos muy fuertes. Los operadores de Banda Ciudadana (CB) son a la radioafición lo que el ferrocarril de vía estrecha al de vía ancha. Están autorizados a menores potencias y gamas de frecuencias, lo que no impide que consigan contactos a miles de kilómetros con un poco de entrenamiento. Operan en la banda de 27 megahercios y utilizan antenas verticales similares a las de los radioaficionados de HF.
Por último, recordar que algunos operadores de CB se ven obligados a usar las denominadas antenas “balconeras”, que miden unos 2 metros de alto, ante las restricciones de sus municipios o comunidades de vecinos para instalar antenas convencionales en las azoteas. Esto es debido tanto al tradicional desinterés y desconocimiento de las materias científico-técnicas en España como a campañas sensacionalistas de cierta prensa, que identifican a lo loco a la “radiofrecuencia”, en bloque, con todo tipo de enfermedades y perjuicios. Lo que vemos dibujado en la ilustración vertical de esta página es una balconera.
Curiosidad ‘gatuna’: un canal olvidado, pero pinoner de las parabólicas
Finalmente, no podemos terminar este artículo sin hacer un homenaje a las parabólicas de la televisión vía satélite. Antes de la popularización masiva de Internet a partir de 1995, fueron la primera ventana audiovisual de nuestros hogares a las cadenas de TV extranjeras, desde las noticias de la CNN a los ‘culebrones’ de Galavisión.
Tampoco podemos dejar de mencionar al Canal 10, del que adjuntamos material promocional que circuló en 1988 por comercios y prensa. Fue la primera iniciativa española para romper el monopolio de TVE en ese año. Este canal vía satélite desapareció a los pocos meses por el escaso público que consiguió atraer, y para solverntar las restricciones políticas que todavía existían (las concesiones a los primeros canales de TV privada se otorgaron en 1989), carecía de instalaciones fijas en suelo español, hallándose los estudios en el Reino Unido.