La naturaleza, cruje, se alza y se rebela contra el maltrato que, por tierra, mar y aire, la sometemos los humanos un día sí y otro también.
Terremotos, huracanes, avalanchas, descargas eléctricas, pedriscos, lluvias torrenciales, fuegos devastadores, sequías y basura en cantidades industriales en tierra y agua, envenenan nuestro Planeta.
Occidente en general y Europa en particular, han abandonado los valores fundamentales de la vida y la historia que la hicieron espejo de democracia, dignidad, igualdad y libertad.
España, sobrevive a la alianza de civilizaciones, la sociedad multicultural, el pluridesgobierno, al buenismo, el fanatismo, y a los ataques de extremistas de dentro y la presión de los que llegan sin intención alguna de integrarse.
Los antisistema campan por sus fueros, okupando inmuebles -públicos y privados- con manuales facilitados por afiliados en las instituciones, para que sea más difícil el desalojo.
Los vándalos destrozan mobiliario -público y privado -y emporcan las ciudades, ante la pasividad de las autoridades, locales, autonómicas y nacionales que velan por sí mismos.
Sabiendo que el turismo es una fuente fundamental de la economía, los antituristas, agreden, a quien está de vacaciones y, a trabajadores de hoteles y lugares de ocio.
La mayoría de las personas, seguimos conmocionados por los atentados islamistas ocurridos en Barcelona y Cambrils. No por miedo, o sí. Podíamos haber estado allí y nos podrían haber llevado por delante. Era la vida gozando de la vida cuando… llegó el terror.
Sin ideas claras ni consenso.
Si no queremos asistir al ocaso de la civilización hay que despertar. El talón de Aquiles, es la falta de unidad de los demócratas, la falta de valores y de leyes claras para la integración y la convivencia.
Eso lo saben todos; los terroristas, lobos solitarios y extremistas. La ciudadanía y los políticos también. Se acaba de firmar un acuerdo contra el yihadismo. Los firmantes se comprometen a buscar el consenso parlamentario más amplio posible. Pero…en el pacto, no están todos. ¡La cruda realidad: la falta de unidad!
Imagen de un pequeño altar instalado en Ripoll con motivo de los atentados terroristas de Barcelona y Cambrills de agosto de 2017. Fotografía de Carmelo Adeva
Sin unidad, se manipula y se engaña. Ante unos atentados, que estremecen a cualquiera que tenga corazón, hay que responder con toda la humanidad que seamos capaces. Como han hecho en cualquier lugar del Planeta, donde han atacado. Nadie tiene derecho a acabar con una vida y sembrar el dolor en su familia, porque todos somos su familia. Quien más ha viajado, más sabe. Quien ha estado en peligro propio o de compañeros, sabe que hay que afrontar unidos cualquier desafío.
Los políticos secesionistas no han tenido grandeza. Forn simplemente para dar a conocer una investigación sobre las identidades de los fallecidos hasta ese momento dijo que se trataba de «Una mujer italiana, una portuguesa, una con doble nacionalidad española-argentina, dos personas catalanas y dos personas de nacionalidad española».
El leonés Jesús Calleja, reaccionaba: «¡Coño! Ahora no toca, señores políticos, seáis del partido que seáis». «Las personas muertas y heridas son solamente personas», algunas de ellas de otros países. «¿Es que tienen que politizar todo? Pueden ustedes dejarnos un poco en paz. BARCELONA Y CAMBRILS SOMOS TODOS!! ¿Qué parte no han entendido? En esto el pueblo se ha puesto de acuerdo. Los líderes con sus arengas y comentarios generan odios, malentendidos y en ocasiones guerras». Y termina Calleja, «en momentos así todos somos iguales… PERSONAS! Vivimos en el mismo mundo!! Señores políticos (todos) hagan un esfuerzo de contención! al menos en estos días de duelo…».
No se reconocen la cadena de errores cometidos. «Que el secesionismo manipula el debate público hace tiempo que dejó de ser una novedad. Pero que, además, lo haga hasta la obscenidad de utilizar, en el peor sentido del término, a Fuerzas de Seguridad para sus intereses partidistas resulta de una mezquindad sin parangón en medio de la conmoción por la barbarie terrorista.» (A. Martín Beaumont).
Los Mossos, hicieron muchas cosas bien, sin duda. Ayudaron. Pero si fallaron en la prevención -ya que los terroristas se movieron como quisieron-, no dejaron intervenir a la Guardia civil, por directrices de mandos políticos y operativos, ni escucharon la clave belga, ni a la juez que les alertó sobre las bombonas de butano, su trabajo… no puede ser de medalla.
El Sindicato Nacional de Policía, ha expresado en una carta su malestar, por la forma en que han sido tratados, y su falta de reconocimiento en los acontecimientos de Cataluña, y culpan al Ministerio del Interior, de haberlo permitido. Lo mismo podría haber dicho la Guardia Civil. Los diversos gobiernos centrales han permitido esta situación por «el quebranto sistemático de las previsiones de la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad».
Mejor sería ponerse a ello, cuanto antes, porque -sin ser agoreros- los terroristas que consideran enemigos a todos los infieles, volverán a intentarlo. No debería repetirse el espectáculo de división de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, que se ha vivido en Cataluña.
Y más alarmante o patético es que un número creciente de periodistas, que se autodefinen como independientes, descalifiquen a quien no vaya en la línea de lo «políticamente correcto». Desprecian y denigran a la derecha y a la iglesia católica en general, pero también, como José Joaquín Brotons que ha escrito literal o, miserablemente: «la agresión a una joven musulmana en Usera tiene autores intelectuales: Hermann Tertsch, Alfonso Rojo e Isabel San Sebastián, entre otros».
Es poner «a ciertos periodistas en la diana de los terroristas islámicos. Y resulta sorprendente cuántos medios se han apuntado a la cuestionable estrategia de —blanquear a los asesinos de Ripoll como unos jóvenes sin tacha y magníficos niños catalanes confundidos transitoriamente por un imán.—Poner en la diana de los terroristas islamistas a todos los periodistas que no participen en su banalización del terrorismo y de la presencia islamista en España. Y que condenan la cooperación abierta de la izquierda y los separatistas con los peores enemigos de nuestra civilización que son los islamistas» (Hermann Tertsch).
Lógico. Divididos, somos vulnerables. Y la respuesta al terror, no tiene la total contundencia de la sociedad. La CUP, en la que se viene apoyando el ejecutivo catalán, ha dicho que no acudirá a la manifestación del sábado contra el terrorismo. Puigdemont dice que «es muy lamentable». Y considera que el partido anticapitalista «se equivoca».
Divididos somos vulnerables y todo puede empeorar.
Cuando algo sale mal, o no sale según lo deseado, lo importante es tener a quien echar la culpa. El victimismo ha sido la clave de los dirigentes insaciables o irresponsables. Cito textualmente al diario El País: «Puigdemont utiliza los atentados para impulsar el proceso independentista». Y en la víspera de EL DIA DE LA UNIDAD CONTRA EL TERRORISMO, «Puigdemont dinamita la unidad de la manifestación de Barcelon» (El Mundo)
Lo corrobora EL PAIS: «Carles Puigdemont, que ha demostrado que solo sabe hacer política en la confrontación, ha hecho todo lo posible por poner fin al consenso que, siquiera fugazmente, se había impuesto en la escena política de un país conmocionado. Y para empeorar las cosas, lo ha hecho —debemos presumir que con toda la intención—, en vísperas de la manifestación que todas las fuerzas políticas habían convocado hoy en Barcelona con el objetivo de hacer patente la unidad contra el terrorismo yihadista y servir de base para forjar un nuevo consenso político en la lucha contra esta lacra».
El periódico de izquierdas, es valiente y va más allá para poner a cada uno en su sitio: «Sus acusaciones al Gobierno de haber jugado, por motivos políticos, con la seguridad de los catalanes al retener fondos y aumentos de plantillas para los Mossos son infundadas y no responden a la realidad. Su objetivo manifiesto es sembrar dudas sobre la actuación del Gobierno para, a continuación, utilizar los atentados para allanar el camino de la independencia».
(https://elpais.com/elpais/2017/08/25/opinion/1503682045_511329.html)
Así que antes de que empiece la marcha, el separatismo rompe la unidad en el homenaje a las víctimas del atentado. Alentados por los independentistas, más de un centenar de entidades sociales rechazan la presencia del Rey y convocan una manifestación alternativa.
Y si deciden asistir es por algo y para algo. José García Domínguez dice: «Picar, simplemente, forma parte de la naturaleza del alacrán. A los micronacionalistas, también a los catalanes, les ocurre lo mismo. No lo pueden evitar. Ya fuera en la Casa de Juntas de Guernica, hace 36 años, o en la última final de la Copa del Rey de fútbol, hace 36 minutos, siempre que han dispuesto de la posibilidad de acceder a la proximidad física del Jefe del Estado han obrado de idéntico modo: acosándolo. A golpe de pito. Siempre. Y no hay razón, ninguna, para suponer que esta vez vaya a ocurrir algo diferente en las calles de Barcelona».
Apoyar a las víctimas y condenar el terrorismo, sin miedo, ha dejado de ser para muchos el único objetivo. Ni siquiera dar las gracias a todos por la solidaridad y humanidad. ¡Quieren vender al mundo la imagen del nacionalismo y el fanatismo independentista!
Cuando se quiere construir la realidad con ideología en la mente y odio en el corazón, no se puede ver la realidad. La mente etiqueta, juzga e impone su sistema de creencias. La paz nunca se alcanza por ese camino que es el de la destrucción.
Tal vez el que muchos han ido imponiendo desde hace tiempo en Cataluña y ha ido envenenando la convivencia, con odio a España y sus instituciones. Si iban a atentar contra la Sagrada Familia y otras iglesias, ¿Nadie había sugerido esa barbaridad? ¡Está escrito en las paredes! ¿Nadie llamó terroristas a los turistas? ¡No lo han borrado de los muros! ¿No son productos inflamables?
Hoy y aquí, en Cataluña: dolor y esperanza.
Creo que hoy es un día para vivir el dolor con los que se fueron y sus familias, para fundirse con los que dieron lo mejor de sí para ayudar solidariamente, el día 17 y los siguientes. Para decirles GRACIAS, -seáis de aquí o de cualquier lugar-, porque habéis respondido como personas, como nos gustaría haber respondido cada uno de haber estado ahí.
UNIDOS hoy, los de aquí y los venidos del resto de España, de Europa o del Mundo, somos UNA FAMILIA HUMANA. ¡Cuando atentan contra uno de nosotros, nos hieren a todos! Juntos, nos sentimos fuertes y vamos a vencer al odio, sin miedo y sin cobardía.
José Manuel Belmonte