Vivimos los últimos estertores de existencia independiente de Bankia, camino de su fusión con la Caixa barcelonesa. Fin de una historia iniciada en 1702 que ha discurrido en el último decenio entre enormes polémicas.
Texto: Juan Pedro Esteve García. Fotografías de Juan Pedro Esteve García y Julio Real González
Hace una quincena de años la posibilidad de que lo que queda de CajaMadrid se uniera con lo que quedara de La Caixa habría levantado tal oleada de extrañeza o de escepticismo como la que habría creado en diciembre de 2020 el anuncio de la fundación de un superclub de fútbol como agregación del Real Madrid y del Barça. Pero la complejidad del escenario económico nacional y foráneo impone este tipo de medidas.
Francisco Piquer (1666-1739) fue un capellán de las Descalzas Reales que en el año 1702 fundó el Monte de Piedad de Madrid junto a dicho monasterio. La entidad adquirió su forma definitiva algo más de un siglo más tarde, en 1838, durante el mandato del alcalde marqués viudo de Pontejos, uno de los primeros políticos destacables de la era de Isabel II. La Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid desarrolló su actividad a pesar de la conflictividad social de los siglos XIX y XX. Dejó en el callejero el Pasaje de la Caja de Ahorros y la Avenida del Padre Piquer. Pudo sobrevivir a guerras civiles, recesiones e inestabilidades de toda índole, pero no pudo resistir la corrupción que la minaba desde dentro como a tantas otras cajas españolas. Estas instituciones, que constituyeron una singularidad española dentro del sistema bancario mundial, nacieron con el loable fin de la “socialización del crédito”, y contribuyeron a crear cierto tejido productivo y de pequeñas infraestructuras en el medio rural, y acabaron degenerando en patios de Monipodio donde políticos volubles y venales, sindicalistas de dudosos ideales y pícaros de variada procedencia hicieron y deshicieron a su antojo durante los años del pelotazo. Una de las torres KIO de la Plaza de Castilla mostraba orgullosa el logotipo de la osa verde en lo más alto. La conversión de la Caja de Madrid en un banco ordinario en 2012 junto a otras instituciones bajo el paraguas de Bankia, lejos de ser el remedio definitivo, supuso el clavo final en el ataúd.
El periodista y escritor Juan Manuel de Prada, nada sospechoso de simpatizante con el actual poder ejecutivo de la nación, habla claramente de la gestión realizada por los anteriores gobiernos en el caso Bankia como de 24.000 millones de euros birlados a la ciudadanía de a pie (ABC, 21 de septiembre). Entre todos mataron la obra de Piquer y de Pontejos… y ella sola se murió. Los detalles del nuevo superbanco, un gigante que rivalice con el BBVA y el Santander, son todavía confusos. La junta general que ha votado la fusión (3 de diciembre) se ha celebrado en Valencia, ciudad donde no se descarta instalar la sede, para romper el excesivo duopolio que ejercen Madrid y Barcelona sobre tantos sectores de la vida cotidiana.
A nivel de identidad corporativa, el principal guiño que queda de la era CajaMadrid es el color verde, el que ostentaron, por ejemplo, los equipos de baloncesto, balonmano y ciclismo de CajaMadrid en sus camisetas. Verde del que no sabemos si se mezclará o integrará con la estrella que diseñó Joan Miró para la entidad barcelonesa. Dejamos para la posteridad una galería de imágenes de sucursales “bankarias” de nuestras calles. Parte de ellas sobrevivirá. Otras cerrarán víctimas de la actual catástrofe sanitario-organizativa, o del culto desaforado a lo telemático y al no-presencialismo, engrosando las listas del paro con más centenares de víctimas, por no hablar de los núcleos de población de la España rural que pueden quedar desatendidos, incluyendo partes de la propia provincia de Madrid.
La antigua obra social de CajaMadrid, de la que se echa de menos la biblioteca para estudiantes en la calle de Guzmán el Bueno, pervive desde 2014 a través de la Fundación Montemadrid, que gestiona, por ejemplo, el centro cultural La Casa Encendida, en la Ronda de Valencia, o el Centro de Formación Padre Piquer, en el barrio de la Ventilla, administrado por la Compañía de Jesús, que imparte clases a jóvenes y adultos.
Quedan también, repartidas por numerosos puntos de la ciudad, las placas cuadradas de bronce que, en colaboración con el Colegio de Arquitectos, resumen al público la historia de los edificios históricos más significativos.
El legado: Gran Teatro Bankia Príncipe Pío
El entorno de la estación de Príncipe Pío lleva sufriendo enormes transformaciones desde la década de 1990. Raro ha sido el año en que no ha habido ninguna grúa o excavadora en funcionamiento, pues se han sucedido la reconstrucción de la Puerta de San Vicente, el intercambiador de las líneas 6 y 10 del Metro, el túnel del Campo del Moro para el ferrocarril de Cercanías, la terminal subterránea de autobuses para las autopistas A-5 y A-6, el centro comercial…
Y el remate de la guinda, el Teatro Bankia Príncipe Pío en el antiguo vestíbulo de la Cuesta de San Vicente. Este cartel fue muy efímero ya que actualmente el auditorio se llama, como imaginábamos que iba a a suceder, Teatro Caixabank.