El 7 de noviembre de 2022, día de la Oncología y la Radioterapia, se cumplían 155 años del nacimiento de Marie Curie, y quise rendir un homenaje a la primera mujer que obtuvo un premio Nobel y la única persona que ha obtenido dos Premios Nobel en dos especialidades científicas distintas, Física y Química.
Este año se cumplen 150 años del nacimiento de Alexis Carrel en 1873. Es apasionante saber que este biólogo, médico, investigador científico, pensador y escritor que fue galardonado con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1912. Le necesidad por investigar para suturar o coser una herida, le posibilitó abrir esa puerta a lo desconocido y luego poder hacer trasplantes.
Le fue otorgado el galardón «en reconocimiento a su trabajo acerca de la sutura vascular, y del trasplante de vasos sanguíneos y de órganos». Así que para la ciencia médica es importante y también para la humanidad. Por supuesto, también para España, país pionero en donantes y en trasplantes. No es casualidad que llevemos tres décadas de liderazgo en este tema.
- Todo sucede por algo.
A veces, la combinación de circunstancias o de causas imprevisibles, están en el origen de decisiones personales importantes, para él y para la humanidad.
Dos personas al borde de la muerte, marcaron la vida del francés Carrel y su investigación. La primera, cuando Carrel tenía 21 años y estaba iniciando su carrera de Medicina en Lyon. Sadi Carnot, presidente de la República francesa, sufrió un atentado terrorista en 1894 en el que falleció. La otra persona sería María Ferrand, una paciente suya, de la que fue testigo ocular de su curación en 1902, cuando el Dr. Carrel tenía 30 años. (Lo veremos otro día).
Sucedió en su propia ciudad de Lyon. El presidente Carnot, estuvo casi dos días desangrándose y agonizando por el atentado anarquista, sin que los mejores cirujanos pudieran evitar el fatal desenlace. Eso impactó a Carrel tan profundamente que tomó la decisión de volcarse para resolver el problema. Al parecer, el cuchillo del anarquista había cortado alguna vena importante. Entonces, la sutura de un vaso sanguíneo grande era todavía un tema sin solución segura. Carrel se aferró -obsesionado- a la idea de que la vida de Carnot podría haberse salvado si los cirujanos hubiesen sabido cómo suturar vasos, de la misma forma que se suturaban otros tejidos. Por eso, desde estudiante se dedicó principalmente a la cirugía vascular experimental.
En 1900 defendió su Tesis Doctoral. Ya doctor en medicina, seguía mostrando un gran interés por la posibilidad de reconstituir arterias. De hecho, entre 1901 y 1910, Alexis Carrel, realizó experimentos con animales, y desarrolló las técnicas conocidas hoy en cirugía vascular.
Reconoció que no todo el saber se aprende siempre en la Universidad. Por eso no se contentó con la acreditación académica. Para suturar los extremos de los vasos sanguíneos, cortados después de una herida, acudió a la mejor modista de su tiempo. Creó un nuevo método de sutura vascular llamado de “triangulación”. Utilizaba suturas muy finas de sedas procedentes de Alsacia. “Su objetivo era lograr reparar los tubos elásticos de diferentes tamaños y funciones, los vasos sanguíneos, que mantuvieran la capacidad de canalizar la sangre sin problemas derivados de la coagulación. Había que cambiar la técnica y la estrategia. Vio la necesidad de disponer de agujas muy finas e hilos que no desgarrasen los vasos… Logró unas agujas muy finas de encajera en una mercería y parafinó los hilos para que deslizasen mejor y fuesen menos traumáticos. No dudó en ir a aprender a coser al taller de Marie-Anne Laroudier, una de las costureras más competentes de Lyon. Aunque logró publicarlo, sus amigos y compañeros lo tomaron con cierta socarronería. Pero con ella Carrel aprendió a hacer puntadas minuciosas y uniformes. Desarrolló un sistema de corte triangular que le permitió cerrar rápidamente una vena o arteria de extremo a extremo sin que los puntos de sutura se adhirieran a la pared de enfrente. Con la sutura triangular, se dio el primer paso al nacimiento de la cirugía vascular”.
Pero sus brillantes resultados son vistos con ironía y reserva por algunos colegas, de modo especial por Morat, profesor de Fisiología en Lyon, que llega a publicar un artículo molesto por los rumores sobre los éxitos de los trabajos de Carrel, manifestando que todo eso es pura ilusión y que tanto los trasplantes como las anastomosis vasculares no tienen futuro alguno. Carrel se siente decepcionado ante la apatía profesional que lo rodea. Y aún habrá otro hecho que lo llevará a un total cambio de rumbo, tanto en su vida profesional como personal.
Se presenta a plazas de cirujano, pero por tres veces es rechazado. No le sorprende porque sabe que en la selección influye algo más que la habilidad quirúrgica. Acude a cursos y seminarios ajenos a la cirugía y hasta está dispuesto a seguir otro camino.
Hoy se sabe que las suturas pueden clasificarse en monofilamento, multifilamento, torsionada y trenzada; y pueden ser reabsorbibles y no reabsorbibles. La absorción en una sutura puede llegar a ser un recurso muy útil en aquellos casos que queremos asegurarnos de una cicatrización más eficaz. En este sentido, “las suturas reabsorbibles, como su nombre lo indica, están fabricadas para que el mismo cuerpo, mediante diversos procesos, se encargue de disolver las fibras. De este modo, no hace falta la intervención de un cirujano para retirarla”.
En 1902, ya como médico y asistente en el Departamento de Anatomía, publicó un trabajo en la revista científica Lyon Medical. Con este trabajo científico hizo historia, iniciando la época más destacada de su carrera y le lanzó a la fama.
Salió de Francia en 1904 decepcionado con su entorno, con destino a América (Canadá y EEUU). Allí profundiza la investigación vascular y trasplantes. En Montreal presentó para el II Congreso de Medicina de la lengua francesa de América del Norte, un documento sobre la anastomosis que se utiliza para la unión de un elemento anatómico con otro similar a la misma estructura. Y eso fue la llave que le abrió definitivamente las puertas de Estados Unidos en varias Universidades, y allí pudo estudiar otras variantes que le interesaban.
En el Instituto Rockefeller, prosiguió sus investigaciones y trabajos en cirugía experimental desde 1906 hasta 1938. Fue reconocido como precursor de los grandes avances logrados en cirugía vascular y trasplantes.
- Un médico lúcido y comprometido socialmente.
Sus logros médicos no le impidieron ser al mismo tiempo una persona comprometida socialmente, pues su vida fue una constante búsqueda de la verdad. No rehúye el debate, ni la controversia. Pensaba en general que «la calidad de la vida importa más que la vida misma». Suyo es el libro: “Reflexiones sobre la conducta humana”.
A principios del siglo XX la sociedad se abría paso de forma a veces convulsa. La controversia y la polémica de entonces, eran muy parecidas a lo que estamos viviendo ahora al inicio del XXI. En un mundo en cambio, los ambientes médicos, los políticos y los ciudadanos, se expresaban a favor o en contra de muchas cosas. A su obra investigadora se une una importante aportación humanística. De hecho, durante la ocupación alemana de Francia, desarrolló en Paris el Instituto del Hombre y las Civilizaciones.
Los ciudadanos no distinguen bien dónde está la verdad, aunque la ética suele ser primordial. Por eso Carrel escribía: “El sentido moral es de gran importancia. Cuando desaparece de una nación toda la estructura social va hacia el derrumbe”. Añadía en uno de sus libros: “la ciencia no servirá para nada, si la sociedad degenera. La desintegración social se produce a causa del hábito de la envidia, de la calumnia, de la mentira, de la falta de honradez, de la rapacidad, de la incapacidad de mantener la palabra dada, de la maldad, del espíritu de crítica, de la ironía, de la burla, de la ingratitud, de la grosería, del egoísmo”
(El bombardeo informativo, político, jurídico y ético que sufren los ciudadanos actualmente, pueden dar una idea de la presión a la que una persona comprometida como Carrel pudo estar sometida).
Llega a la conclusión de que el hombre mismo es un desconocido para la mayoría. Cuando aún estaba en Nueva York publica su libro: L’homme, cet inconnu, (1935). Fue un best-seller, traducido en varios idiomas, y una muestra entre otros ensayos, de su profunda reflexión filosófica y humana. Señala que la sociedad «se encamina hacia la degeneración”.
Comprende que el hombre es a la vez unidad y multiplicidad. Por eso aborda los grandes temas como la eugenesia (defensora de los métodos selectivos por manipulación), la eutanasia (intervención deliberada para poner fin a una vida) o el trashumanismo (defensor de métodos que mejoren las capacidades humanas). Esos temas no han pasado, y, actualmente se han añadido otros tantos desde la ignorancia, como desde el poder y el dinero. La ignorancia es muy atrevida. En todo caso para Carrel “poca observación y muchas teorías, llevan al error. Mucha observación y pocas teorías llevan a la verdad”.
- Precursor y adelantado en los trasplantes.
Hemos señalado que Alexis Carrel ideó un nuevo sistema de sutura para unir directamente los bordes vasculares. Para ello, realizaba cortes en los extremos de los vasos y les daba vuelta. Con este método conseguía evitar las hemorragias y la formación de coágulos sanguíneos. Con la sutura de los extremos hacia afuera o revertidos, conseguía que en el interior no quedaran hilos sueltos que favorecieran la formación posterior de trombos.
Carrel y Guthrie, fueron los primeros en observar que, cuando una vena se usaba para reemplazar un segmento arterial en el mismo individuo, asumía características de arteria y, al contrario, cuando una arteria sustituía a una vena, la pared arterial adelgazada asumía las características de una vena.
Con su nuevo sistema de sutura en los trasplantes vasculares, pudo tomar una porción de un vaso, para utilizarla en cualquier otro lugar del propio paciente. Y logró la conservación de los vasos sanguíneos para trasplantar que evitase la espera de un posible donante, (utilizando el almacenamiento en frío o cold storage) o trasplante de órganos.
Cuando Alexis Carrel recibió el 1912 el Premio Nobel en Medicina y Fisiología, Guthrie se molestó por no haber sido compartido el galardón, dada su colaboración en cirugía vascular. En cierto modo tenía razón, pero es la Academia Sueca quien lo otorga.
En 1912 le otorgaron el Nobel con 39 años, hasta ese momento el galardonado Nobel más joven. Además, por primera vez se concedía este premio a un francés, que trabajaba en el continente americano, y desde 1906 estaba en el Instituto Rockefeller.
“Ninguno que haya seguido con interés estos nuevos avances en la cirugía puede dudar que contienen inmensas posibilidades, y la aplicación de los métodos aprendidos en los animales al ser humano no puede tardar”. (The Lancet, editorial del 19 de octubre de 1912)
- El hito histórico de 1.967
Aunque es cierto que Carrel y Guthrie, desde 1905 habían logrado, trasplantes de pulmones y de corazón en animales, la fama por el primer trasplante de corazón en un ser humano, llegó 62 años después, con el médico sudafricano Christian Barnard en 1967. Tal vez un poco tarde, según The Lancet.
El 3 de diciembre de 1967, los periódicos de todo el mundo se hicieron eco de la hazaña de Barnard, por haber realizado, copio textualmente: “El primer trasplante de corazón del mundo”. “Una hazaña comparada entonces con la llegada del hombre a la luna”.
Se dice que “la operación duró 5 horas; y hacia el final de la misma, un electroschok puso en marcha el corazón de la mujer dentro del pecho del hombre. Aunque el receptor sobrevivió solamente 18 días, su caso abrió nuevas perspectivas a la medicina”.
Sin negar el hecho y la verdad que encierra el logro de Barnard, se sabe históricamente que Carrel y su colega, habían realizado ya trasplantes de corazón en animales, aún faltaban 17 años para nacer el futuro Dr. Surafricano. Christian Barnard nació el 8 de noviembre de 1922. Luego, lo realizado muchos años antes por Carrel-Guthrie también “abrió nuevas perspectivas a la medicina”.
- El silencio como desprecio.
El silencio y el ostracismo apartan de cualquier responsabilidad y función política o social a quien ha logrado algo por méritos propios y se le trata como un desconocido.
Aunque oficial e internacionalmente Carrel fue honrado, reconocido y galardonado por la mayoría de las sociedades científicas de los más importantes estados y con doctorados y condecoraciones de universidades de gran prestigio en todo el mundo, parece que su dedicación y sus trabajos no fueron suficientemente difundidos.
Tan solo 7 años después del trasplante de Christian Barnard, un Profesor Emérito del Instituto de Investigación Cardiovascular de la Universidad de California, hizo público lo siguiente: “En 1974, antes de comenzar una charla a un grupo de científicos cardiovasculares en su reunión nacional, le di a cada uno una tarjeta en la que planteaba esta cuestión: «Sin consultar a nadie, por favor escribe después del nombre de cada uno, qué es lo que se tiene en cuenta como su principal contribución a la ciencia biomédica». Había añadido a continuación 4 nombres, uno de ellos era Alexis Carrel. En las respuestas, me encontré con que sólo 7 de los 111 que entregaron sus tarjetas sabía de las grandes aportaciones de Carrel a la cirugía vascular, 33 sólo conocían su trabajo posterior en el cultivo de órganos y, 71 escribieron después del nombre de Carrel «NHOH», que traducido corresponde a «nunca habían oído hablar de él».
Posiblemente los beneficiados (alguna vez) por su investigación sobre las suturas y su aportación a los trasplantes habrán sido incontables.
De hecho, la Revista médica Jano, en la publicación con motivo del 50 aniversario de su muerte, titulaba y reconocía: “Carrel, pionero de los trasplantes”.
José Manuel Belmonte