Hay dos elementos fundamentales en esta película, que parecen contrapuestos, pero son complementarios: los silencios y los efectos de sonido.
El buen cine se debe sustentar en las imágenes.
Lo que se puede expresar con lo que ve el espectador, no hay ninguna necesidad de verbalizarlo.
Un lugar tranquilo es un drama familiar. Unos padres y hermanos marcados por el fallecimiento del hijo menor.
También es una peli de terror. Lo que da miedo no son, solo los monstruos, sino, sobre todo, el ruido que se pueda producir.
La peli tiene un magnífico ritmo. Dura lo que tiene que durar (como diría Rajoy), no perdiendo el tiempo en tonterías, yendo al grano, cuestión que ahora es poco frecuente.
Sin que casi dé tiempo, se llega al clímax, y cuando termina tienes ganas de más.
El terror que se plantea, no nace de sustos o de fenómenos extraños, sale de la imposibilidad de mantener el silencio. El ruido como elemento de temor, de provocador de la catástrofe.
Como decía al principio, el montaje de sonido es fundamental para mantener la tensión… y el silencio, ese silencio tan difícil de conseguir.
Cine del bueno.
Mi puntuación: 7,81/10.
Muchos besos y muchas gracias.
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Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
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