No se llega al punto en que nos encontramos, por casualidad. Aunque los científicos dejaron el Reloj del Fin del Mundo a 3 minutos del final, no se ha parado.
El mundo está atónito ante los últimos acontecimientos que desde hace algún tiempo se suceden de forma vertiginosa.
Imposible cerrar los ojos, o negar la evidencia. Debería ser un buen momento para pensar y preguntarse el por qué y el para qué.
La Naturaleza habla cada vez con más fuerza.
Los fenómenos extremos, en muchos lugares del universo, en forma de tormentas devastadoras, terremotos, sequias extremas, algunos lo atribuyan al cambio climático. La intervención humana, en ese cambio parece evidente, aunque no se tengan suficientes elementos para cuantificarla y para tomar medidas.
La contaminación no ha dejado de crecer, tanto en el agua como en la atmósfera.
Pero otros muchos, ven el origen de esa fuerza desatada en el cambio mismo del ser humano que afecta, por supuesto, a la sociedad y a la naturaleza. ¿Puede la naturaleza reflejar su repulsa por el cambio del ser humano, y el cambio climático ser solo un efecto? No suele valorarse mucho ese aspecto.
La información del tiempo es un elemento más que consumimos. Los medios de comunicación diariamente repiten la alerta por temperaturas extremas. ¿Es suficiente? El calentamiento global y la temperatura de los océanos ha aumentado. No se puede negar. No depende de una firma más o menos en la emisión de gases a la atmósfera. Las inundaciones del norte y centro de Italia o en los países asiáticos y las precipitaciones que descargan en cualquier parte, en menos de una hora, desbordan las previsiones y no es fácil ponerse a salvo.
En estos momentos hay varios Huracanes devastadores en el Atlántico y están arrasando todo lo que encuentran a su paso. Huracanes tan seguidos y devastadores, con una potencia nunca hasta ahora alcanzada, han sido descritos en los medios de comunicación como «apocalípticos». Muertos, inundaciones, edificios arrasados, árboles arrancados de cuajo, derribo de tendido eléctrico, islas y pueblos destruidos al 90% son mucho más que una emergencia.
En Florida se ha ordenado evacuar a más de 6 millones de personas. Andrew (1992), fue el que más daños causo en Florida. «Fue un infierno», recuerdan algunos. El gobernador Rick Scott ha prevenido a la gente: «Irma es más grande, más rápida y más fuerte que Andrew». De hecho, el Huracán Irma deja zonas «devastadas como si hubieran tirado una bomba atómica».
Y al mismo tiempo, se ha producido un terremoto de gran intensidad (8,2), el más fuerte de la historia de México. Hay 266 réplicas. Posiblemente los muertos superen la centena. La gente está en la calle.
Según la NASA, se han producido erupciones solares, el miércoles día 6. La asegunda de ellas es la más intensa de las que se hayan registrado desde el inicio de este ciclo de actividad solar en este siglo. Los chorros de radiación que se desprenden de estas erupciones, afectan a las telecomunicaciones.
Llevamos un verano de incendios en el planeta (y no solo aquí), que destruyen ecosistemas y hogares. Con cientos de evacuados y gente que lo ha perdido todo.
Y además, nos encontramos ante un desafío prebélico. Corea del Norte acaba de lanzar varias bombas desafiantes. La última, la de hidrógeno, ha puesto a la comunidad internacional, en prealerta (ha sido 8 veces más potente que la de Hiroshima). Las Organizaciones Internacionales demandan sanciones inmediatas para que Corea vuelva a la mesa de negociaciones y poder controlar ese armamento. EEUU quiere que el lunes se voten nuevas sanciones de la ONU contra Pyongyang.
En España, tenemos nuestro propio desafío. Han fragmentado la sociedad catalana y puesto de manifiesto la descomposición política, manipulando la voluntad popular y la soberanía parlamentaria. El llamado procés desafía la democracia española y con argucias han desatado un clima de crispación y de confrontación,
Los ataques terroristas y las amenazas de ISIS y Daesh al mundo entero en general y a España en concreto, están ahí. Los radicales yihadistas están manipulando explosivos denominados «la madre de Satán».
El cambio del ser humano, es más importante que el cambio climático.
No solo es más importante, es más rápido y no se le presta la atención que merece.
En los últimos 10 años, la degradación de la sociedad mundial ha ido tan deprisa, que casi no es reconocible. La pérdida de los valores esenciales ha sido casi insensible. Lo digo con todo respeto a las personas. Como en el Cambio climático en el cambio humano se constatan hechos y actitudes.
La raíz está en el interior de cada uno. Los amos del mundo, de varias formas tratan de insensibilizar, para que se acepte la mentira como verdad y se acepte el cambio de valores y principios vitales, por los nuevos, como si de cromos se tratara.
Imponen sus leyes cada vez más destructoras bajo la bandera de la libertad y los nuevos derechos. Confunden o camuflan el bien con el mal. No se pone en valor la palabra dada, ni el juramento político de defender la ley y la Constitución, ni el juramento hipocrático, ni los principios éticos y sociales de respeto y convivencia democrática. El ego, el enriquecimiento, la avaricia y el deseo de aparentar, hacen que los tribunales de justicia estén desbordados. Y con dinero e ideología, también contaminados.
Se ha cambiado el respeto a la Vida y los Derechos Humanos. La destrucción de una vida con el aborto, la eutanasia, el alejamiento de los valores del espíritu, hacen mal a la humanidad. Si al mal se le llama bien, si se usan a los niños y se les da en adopción sin tener en cuenta sus derechos, si la pedofilia se ha camuflado con turismo sexual y el matrimonio con menores, ¿qué nos queda?
La ideología de género está terminando con lo más absoluto y sagrado que teníamos: las palabras y la realidad de padre y madre, hombre y mujer, hijo e hija, niño y niña. Se está manipulando la educación imponiendo la ideología en las escuelas y en las familias. ¿Dónde quedó la creación? ¿Dónde la igualdad en dignidad y derechos?
La sociedad occidental, en general, se ha dejado colonizar por «un cierto humanismo ateo», que expulsa a Dios de la vida cotidiana, abandonando su propia historia, para que no se sientan excluidos los que llegan a ella.
¿Por qué no educar en el respeto mutuo? ¿Por qué no educar en los valores por los que han luchado hasta dar la vida? ¿Por qué no descubrir lo mucho y bueno que puedan aportar los inmigrantes?
La religión se ha relativizado. Se persigue a la iglesia católica en particular, tanto en oriente como en occidente. La cristianofobia es un hecho. Los medios de comunicación no informan de de ello y las autoridades no toman medidas, pero sí las toman ante cualquier brote de islamofobia.
Según los sabios y las personas más espirituales, se anuncian grandes cambios para la Humanidad. Según ellos la Vieja Humanidad está tan degradada y corrompida que tiene que dar paso, posiblemente con dolor, a una Nueva Humanidad.
Para algunos, esa purificación apocalíptica ya ha comenzado (Apocalipsis 12: 1-5).
Ojalá fuéramos capaces de cambiar nuestro corazón y nuestra mentalidad, sin trauma, porque la Naturaleza nos está avisando de que nuestra actitud la daña y la degrada.
Esperemos que en esta oscuridad, «los locos del mundo no conduzcan a los ciegos»( W. Shakespeare).
José Manuel Belmonte.