Este viernes 6 de mayo, asistimos en Alovera a la representación visual más clara y fehaciente del regreso a la simbiosis umbilical entre la clase política y los grandes constructores que creíamos olvidada tras el estallido de la burbuja en 2008. El motivo y la excusa fue la apertura de una oficina comercial de Quabit (según nota de la Junta) en un desarrollo urbanístico de la localidad aloverana.
Cada día se inauguran, y cierran, docenas de oficinas y locales comerciales en Guadalajara, muchos más en toda Castilla La Mancha. No recordamos un solo caso en el que algo tan cotidiano, que cada día protagonizan miles de autónomos y empresas de la región, haya merecido la visita inaugural no ya de dos consejeros del Gobierno regional de García Page, Nacho Hernando y José Luis Escudero; del alcalde de Guadalajara, Alberto Rojo; y del presidente de las Cortes de Castilla La Mancha, Pablo Bellido (aunque en honor a este último hay que decir que no hay un solo día que no dé lustre con su presencia a cualquier evento en el que pueda sumar fotos y micrófonos, aunque el evento diste mucho de tener relación con el cargo institucional para el que le designó García Page), sino ni siquiera de un triste concejal de pueblo.
Imaginamos que el resto de empresas y autónomos de la región habrán tomado nota y ya están convocando a tan altos representantes de las instituciones regionales para la inauguración de sus oficinas de obra o venta de pisos, por humildes que estas sean. Porque, a la hora de pagar impuestos, ahí sí que no se olvidan de ellos…