La Audiencia Provincial de Guadalajara ha celebrado este miércoles la primera sesión del juicio por el crimen ocurrido en un chalet de Pioz (Guadalajara), en agosto de 2016, y en el que murió una familia brasileña, un matrimonio de 40 años y sus dos hijos de cuatro y un año de edad, cuyos cuerpos aparecieron descuartizados en el interior de bolsas de basura.
Patrick Nogueira, de 21 años, sobrino y tío de las víctimas, se ha sentado esposado en el banquillo de los acusados, visiblemente más delgado y con gafas, donde solo ha hablado con su abogada al oído, y se ha mostrado en todo momento serio y tenso, mientras la fiscal ha relatado los hechos, según informa MiraCorredor.
La fiscal jefe de la Audiencia de Guadalajara, Rocío Rojo, ha señalado que el asesino confeso llevaba días preparando los crímenes, «planificando todo fríamente», y no solo para cometer los asesinatos, sino también para ocultar los cuerpos. «Él recuerda todo, pero dice que no puede recordar que les mató», según Rojo.
Durante el juicio se mostrarán las fotografías y los mensajes que el acusado envió a un amigo en Brasil por WhatsApp mientras cometía los crímenes, y que la fiscal ha calificado de «terroríficos», como uno de ellos en el que escribía: «Qué risa, los niños no corren cuando les voy a matar, solo se abrazan entre ellos».
La defensa, por su parte, ha alegado «arrebato y problemas psicológicos», así como un «daño cerebral documentado» y no locura o psicosis, a lo que la representante del Ministerio Público ha contestado: «De arrebato, ninguno». La fiscal considera que Patrick es frío y calculador y que actuó con determinación.
Tras un largo proceso de instrucción, Nogueira, que se encuentra en prisión provisional en una celda de aislamiento en Estremera, se sienta desde hoy en el banquillo de la Audiencia de Guadalajara para ser juzgado por un jurado popular, en un juicio que se prolongará durante los días 25, 26, 29, 30 y 31 de octubre.
El asesino confeso de su familia se enfrenta a una petición de prisión permanente revisable por parte de la Fiscalía y de la acusación particular (los familiares de las víctimas).
Sin embargo, la defensa del acusado se apoyará en un supuesto trastorno mental transitorio y en la confesión.
Los informes psiquiátricos encargados por el juzgado señalan que Nogueira, es un «psicópata con todos las características propias del mismo como son egocéntrico, con ninguna empatía e insensible» y además advierten sobre «las graves probabilidades de reiteración delictiva».
Los hechos ocurrieron el 17 de agosto de 2016 en el chalé de Pioz alquilado por la familia, donde acudió el presunto asesino con el afán de acabar con la vida de los cuatro, según la Fiscalía. Primero mató a la mujer y después a los dos niños, y esperó la llegada de su tío.
Durante la espera, seccionó el cuerpo de su tía y lo introdujo en bolsas de plástico y también metió en bolsas los cuerpos de los pequeños, a los que no seccionó. Después limpió la sangre y, cuando llegó su tío, lo atacó por la espalda y lo mató, descuartizando el cadáver para ocultarlo. La ejecución de su macabro plan la fue retransmitiendo por WhatsApp a Marvin Henriques, su mejor amigo de Brasil.
Fue un mes después, el 17 de septiembre, cuando los vigilantes de la urbanización, alertados por el mal olor que salía de la vivienda, entraron y encontraron los cuerpos, lo que provocó el miedo entre los vecinos de la urbanización, según el vídeo de este diario que se reproduce debajo de estas líneas.
El acusado, tras cometer el crimen, se marchó del lugar a una habitación en un piso compartido que tenía en Alcalá de Henares y, conforme avanzaba la investigación, decidió poner tierra de por medio y huir del país. Finalmente, la Guardia Civil consiguió que regresara de Brasil y se entregara por el cuádriple asesinato, que acabó confesando.
«Compré una navaja uno o dos días antes, en una tienda del centro comercial Parque Corredor de Torrejón. También compré dos rollos de bolsas de basura de color verde y dos rollos de cinta americana plateada, en Alcampo, por las mismas fechas que la navaja», admitió ante la Guardia Civil, que encontró su ADN y numerosas pruebas en el chalet, aunque el arma homicida nunca llegó a aparecer.
El asesino confeso, tal como se observa en el vídeo que se reproduce debajo de estas líneas, se mostró frío, tranquilo y desmemoriado el día de la reconstrucción judicial de los hechos, en los que llegó a decir a los agentes que “esto no es como una película. Yo sé que soy yo, pero es como si… es diferente a mí”.
Patrick y sus tíos vivían en un piso alquilado en Torrejón. Según relataron en rueda de prensa los agentes que investigaron el caso, una discusión entre tío y sobrino porque la familia decidió mudarse al chalet de Pioz, al parecer, sin contar con él, desató la ira del asesino, unido a los constantes reproches que le hacía su tío porque no trabajaba, acompañados en algunos casos de insultos.
«Patrick actuó probablemente por venganza. Una vendetta al sentirse abandonado por la familia, que se trasladó al chalet de Pioz para perder de vista al sobrino. Pero también hay algo de venganza por los desaires, que en su cabeza, le hacía Janaína, con la que estaba absolutamente obsesionado», expusieron en rueda de prensa los agentes encargados de la investigación. «Es nuestra principal hipótesis pero solo Patrick podría aclarar qué le pasaba por la cabeza».