Por el estado que presenta, parece que a nadie le importase el futuro de la ermita de la Soledad, una austera construcción del siglo XVI de propiedad privada situada junto al cementerio de Campillo de Dueñas (Guadalajara).
Ruinosa y saqueada, la techumbre, a punto de derrumbarse, ha abierto grietas en los muros. El aspecto es desolador y fantasmagórico, y cuesta trabajo entender que no haya colapsado todavía por completo. Es otra consecuencia más de la “España abandonada”.
Por todos estos motivos, la ermita de la Soledad de Campillo de Dueñas (Guadalajara) acaba de ser incluida en la Lista Roja del Patrimonio que elabora la asociación Hispania Nostra y que recoge cerca de 800 monumentos españoles que corren el riesgo de desaparecer si no se actúa de inmediato.
No se conoce el origen de esta ermita pues no existe ninguna noticia de ella en los libros parroquiales, pero su antigüedad (siglo XVI) se presume por el olmo que se hallaba delante de la puerta que debió ser plantado a la vez que la construcción o poco después.
La primera noticia que se tiene de este lugar es del año 1696 en los libros de cuentas de fábrica, donde se menciona con motivo de la reparación del tejado.
En 1797 fue realizado el retablo del altar que costó 2.800 reales.
En 1904 fue trasladada la imagen de la Soledad a Madrid y restaurada a cargo de D. Anastasio Malo y su esposa.
Muy ligada a las celebraciones de Semana Santa, era mantenida por una cofradía conocida en el pueblo como la “de los muertos”.