La grafiosis, esa enfermedad maldita provocada por un hongo que tapona el sistema vascular de los árboles, vasos por donde circula la savia, por lo que provoca la muerte de las células y posteriormente, la muerte de todo el sistema y por tanto, finalmente, seca los olmos (Ulmus), está acabando con numerosos ejemplares de esta especie en Azuqueca de Henares, especialmente en el parque de la Quebradilla.
Un simple paseo por el parque nos muestra la extensión de esta epidemia causada por un hongo: una veintena de olmos están secos y otros tantos están enfermos o empiezan a mostrar síntomas como la epinastia (amarilleamiento de las hojas); ramas marchitas y color pardo-rojizo de las hojas; abarquillamiento de las hojas; aspecto de cayado de las ramas jóvenes afectadas; y marchitamiento total de las ramas y hojas, lo que podría provocar que no quedara ningún ejemplar de esta especie en pie en unos años. No en vano, millones de árboles en todo el mundo ya se han secado por esta infección.
Existen varios tratamientos que intentan paliar en lo posible esta enfermedad, desde la quema de las partes afectadas o el árbol completo para evitar la propagación, al uso de insecticidas y fungicidas, pero ninguno se ha mostrado completamente efectivo para acabar con el hongo.
Aunque se ha demostrado que las medidas preventivas como realizar zanjas profundas entre grupos de olmos, la eliminación de los pies muertos y la poda de saneamiento de los pies a conservar acompañada de una vigilancia intensiva con podas en nuevas ramillas atacadas, son las que mejores resultados han dado.
La grafiosis es una enfermedad provocada por los hongos ophiostoma ulmi y ophiostoma novo-ulmi, que con sus esporas llegan a los olmos a ‘a lomos’ de escarabajos del género scolytus. Una vez en el árbol, comienzan a obstruir el sistema vascular, bloqueando la circulación de la savia, lo que provoca siempre la muerte del ejemplar afectado.
Lo que está claro es que hay que tomar medidas. La primera de ellas sería la tala, quema o enterramiento de los árboles afectados para que el hongo no se extienda entre los ejemplares cercanos.
Hay también quien es partidario de probar con tratamientos preventivos con los que aparentemente están sanos. Sin embargo, otros expertos en medio ambiente aseguran que no son partidarios de este tipo de tratamientos químicos preventivos, ya que además de caros, con el tiempo los árboles terminan muriendo, ya que aunque a veces se consigue evitar que este hongo afecte o ataque con violencia al ejemplar, las heridas que se provocan para realizar estos tratamientos, terminan introduciendo otros hongos en la estructura de árbol, y algunos son muy peligrosos para dicha estructura.
Por tanto, es probable que en muy pocos unos años Azuqueca, especialmente el parque de la Quebradilla, deje de tener unos árboles a los que los versos de Gustavo Adolfo Bécquer, Lope de Vega y, sobre todo, Antonio Machado, convirtieron en todo un símbolo de porte, grandeza y belleza.
La galeruca de los olmos, molesta pero no mortal
Caso diferente es el de la galeruca, un insecto que también ataca al olmo, pero no acaba con su vida.
La galeruca es un insecto que se mantiene hibernando, en la corteza de los árboles o entre la hojarasca del suelo, entre los meses de octubre y mayo, aproximadamente, según informaron hace dos semanas fuentes del Ayuntamiento de Azuqueca de Henares.
Con la subida de las temperaturas, en primavera, el escarabajo sale de su refugio y empieza a comer las hojas de los olmos. Esta especie tiene una gran capacidad de reproducción, ya que cada hembra puede poner hasta una treintena de huevos.
En este caso, el Ayuntamiento de Azuqueca inició hace dos semanas un tratamiento fitosanitario de medio centenar de olmos distribuidos por todo el municipio contra la plaga de la galeruca (xanthogaleruca luteola) mediante la técnica de endoterapia vegetal.
El tratamiento consiste en lo que se denomina «endoterapia vegetal», es decir, la inyección en el tronco de cada olmo de una sustancia fitosanitaria para acabar con los insectos que, como parásitos, se crían en su interior.
«De esta manera, se impide que la galeruca se desarrolle con un método seguro que no afecta al resto de la fauna ni a las mascotas«, añade el edil, quien recuerda que «la galeruca no es peligrosa para la población, aunque puede ser molesta por su presencia masiva», según el edil de Ciudad Sostenible, Antonio Expósito.