Lanzarse a la búsqueda del pasado es navegar en el mar de lo que se intuye, de la leyenda, de lo oculto, o simplemente de lo olvidado, es encontrar esa huella del ser humano, acontecimiento o hecho que permanece en la niebla de tiempos anteriores.
*Por Ricardo Barbas
El espíritu arqueológico, que todos tenemos, se deja llevar hacia el vínculo con las personas del pasado y se embriaga de emoción en cada descubrimiento. La tierra guardiana que lo conserva, va destapando sus secretos y nos sirve de ventana a otras épocas, a aquella existencia tan lejana y a la vez tan nuestra y cercana.
El comienzo de los trabajos supone la explosión de las ideas, del imaginario individual y colectivo, que se adentra hacia el interior, dibujando estructuras, elementos y composiciones, verdadero laberinto entrelazado por el tiempo, que una labor minuciosa va deshilando y dando sentido.
La obra de mujeres y los hombres pretéritos, se muestran en cada estrato, en cada elemento por singular y sencillo que sea. Ancestros de nosotros mismos, reflejo de espacios, culturas o concepciones diferentes que pertenecen y dan identidad a nuestra tierra y a nosotros mismos.
Es Sigüenza esa realidad, donde las piedras hablan, testigos y testimonios de esas otras gentes, de otros climas, otras miradas, pero siempre Sigüenza. Y, aun así, de repente algo cambia, un detalle, un color, una marca o una forma que nos documentan aquellas historias, y el prisma del tiempo nos acerca un poco más a la realidad infinita y compleja, añadiendo una nueva dimensión, a esta realidad única. Sigüenza es, villa o aldea, castrum o municipium, ciudad mitrada o … todas ellas.
El corazón de la ciudad se nos abrió hace poco en la iglesia de Santiago, en ella y sobre su oculta torre, volvemos a sentir el susurro de los soldados en el año 1000 d. C, y en el horizonte, los suspiros de Galib y ecos de Almanzor. Un nuevo futuro más, lleno de estudio, ilusión y por supuesto pasión. Así es Sigüenza arqueológica.
Ricardo Barbas, arqueólogo
Artículo incluido dentro del proyecto Letras Vivas Seguntinas con el que Sigüenza reivindica sus atractivos para convertirse en Patrimonio Mundial por parte de la UNESCO.