En la tarde del pasado viernes 18 de agosto, y en la Monumental de La Carrasquilla, como conocen en Tamajón a su plaza de toros, situada en un bello paraje desde el que se divisa una panorámica poco frecuente del Pico Ocejón, se celebraba el cuarto festejo del Certamen Guadalajara busca torero.
Este certamen, que cumple su segunda edición, consta de cinco clases prácticas de toreo. Se han celebrado ya las correspondientes a Mondéjar, Maranchón, Sigüenza y Tamajón, de manera que la última tendrá lugar en Fuentelencina, el miércoles, día 30 de agosto.
De entre todos los participantes en estos festejos, el jurado, siempre el mismo, y mezcla de popular y técnico, elegirá a cuatro semifinalistas, que torearán dos novilladas, en Almonacid de Zorita y Yebra, respectivamente.
Los mejores disputarán la gran final, en Yunquera de Henares, que será televisada por TVCLM. Guadalajara busca torero lo organiza el CITAR (Centro Taurino de Alto Rendimiento) en colaboración con los ayuntamientos que acogen las diferentes clases prácticas.
En la tarde de ayer actuaron tres novilleros, el primero, Carlos Carmona, de la escuela de Navas del Rey. Toreado, y con oficio, el chaval que abría plaza se encontró bien frente a su enemigo, pese a tratarse de un novillo complicado. “Hacía mucho aire, y he hecho lo que he podido”, lamentaba.
Con el capote fueron dignas de mención una larga en el tercio, y después una serpentina. De menos a más, Carmona estuvo mejor con la muleta y bien con la espada.
“Me he tirado encima, muy puro”. El chaval quiere ser torero porque lo lleva dentro. “Delante de un toro, siento algo muy grande. Mi padre y mi primo ya fueron matadores de toros, y quiero seguir sus pasos”. Escuchó palmas.
Mario Arruza, en la imagen que abre esta crónica, del CITAR, contaba, a priori, con menos experiencia que sus compañeros de terna, pero venia de una buena racha que confirmó en la tarde de ayer. Salió a hombros de La Carrasquilla de Tamajón gracias a una faena extraordinaria, a una res extraordinaria.
“Ha sido un gran novillo, y creo que he estado a su altura. Me ha gustado mucho, tanto el inicio como el final de mi faena. He intentado bajarle la mano, y el animal ha respondido”, decía entusiasmado. El chaval quiere ser torero porque, desde bien pequeño, “cuando mis padres me llevaban a los toros, veía a tanta gente emocionarse con las actuaciones de maestros como Castella o Morante, que me ilusioné con la profesión”.
El chaval terminó toreando de rodillas, arriesgando. “En un certamen tan importante, y con las ganas que tengo, lo mínimo que podía hacer era darlo todo”, seguía. Quiso Arruza despedirse del novillo y darle las gracias, por haber sido “tan bravo, tan bueno, tan fácil, y tan obediente”. Se llevó las dos orejas de su enemigo.
Alvaro de Faranda, de la Fundación El Juli, un chaval con buen corte de torero, no tuvo su tarde. El chaval terminó contrariado. “No me he encontrado todo lo bien que yo quería, no venía a esto. No quiero excusarme de nada, así que no queda más que seguir intentándolo, porque la de hoy, no ha sido mi mejor faena”, lamentaba.
El madrileño seguirá intentando prosperar en “la profesión más bonita que hay, y la más dura, porque me gustan los retos”. Pese a su descontento, se llevó una oreja.
Presidió la corrida el alcalde de Tamajón, Eugenio Esteban.
Los novilleros se enfrentaron a cuatro añojos de la ganadería de Valdencinas, que pasta en Fuentelencina, con señal roja y gualda y divisa con horquilla en ambas.
El jurado que debe decidir los novilleros que pasan a la semifinal es el mismo en todos los festejos, una mezcla de jurado popular, de cada pueblo que es sede, y de expertos taurinos.